miércoles, 1 de octubre de 2014

La teología como gimnasio

Estoy convencido de que teólogos como Agustín de Hipona, Anselmo de Canterbury, Tomás de Aquino, Sor Juana Inés de la Cruz, Karl Barth, eran unos provocadores (trolles) que escribían, no porque necesariamente creyeran todo lo que argumentaban, sino solo para el escandaloso propósito de ponernos a pensar con difíciles ejercicios mentales.


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