jueves, 27 de febrero de 2014

Mientras tanto, en Uganda y Arizona


Este mundo camina hacia la tolerancia, reconocimiento de la diversidad y el intento de llevarnos mejor como seres humanos. Pero como en todo, nunca faltan los que quieren llevar la contra al grito de #YoTambiénQuieroSerPopular.  Y es que, ¿qué ganas de querer fregar al prójimo son esas, señores legisladores de Arizona y Uganda?
Mire usted lo que son las paradojas de la historia. Uganda destacó hace años por ser el país en romper la llamada "conspiración de silencio sobre SIDA", siendo el país  africano con la mejor política para disminuir esta enfermedad, ¿cómo?, con la política ABC (Abstinence, Be faithful, use Condom). Pues ahora, -¡oh   contradicción infinita!, diría Kierkegaard, con la ley antihomosexual, afirma el Director Ejecutivo del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA , Michael Sibidé, se inhibirá, por miedo a la represión, que los homosexuales en Uganda se realicen pruebas de VIH y el tema se puede convertir en asunto de salud pública.

¿En qué se basa el gobierno de Uganda para aprobar esta ley?, en un intento por fortalecer “la capacidad de la nación en hacer frente a las emergentes amenazas internas y externas a la familia tradicional heterosexual", en particular por no ceder ante “presiones de Occidente”. De ese tamaño está la situación. Eso no es de Dios.
Ejem, bueno, dice Stanley Ntagali, Arzobispo de la Iglesia Anglicana en Uganda que, de hecho sí es de Dios, y que las relaciones gay son "contrarias a la Biblia, donde se encuentran los fundamentozzzzzZZZ…”, ya saben el resto de la perorata esa. En Uganda más del 90 por ciento de la población es cristiana (¿hubo de veras descolonización?) y la mayoría de esos cristianos reproduce las ideas de los misioneros ingleses conservadores que los evangelizaron (ya, ¿de veras hubo descolonización?, ¿de veras están rechazando presiones occidentales?), así que es lógico que las iglesias en Uganda sean actores clave en la implantación de esta nueva ley.

En Arizona, del otro lado del mundo, se estaba cocinando una ley con la cual si un panadero ve entrar a dos mujeres lesbianas tomadas de la mano estaría autorizado a no venderles ni una miga y a invitarlas (quizá con un rifle, que tanto les gustan por allá) a salir de su establecimiento. Resulta que esto, se dice, es solo una defensa a los microempresarios para que tengan la libertad de elegir a su público y preservar su libertad religiosa.  
Peeeeeeeero... ¡ya vetaron  esa ley anti gay! Bravo por Jan Brewer, gobernadora de Arizona, quien no vio de qué forma venderle mercancía a una persona gay es atentar contra la libertad religiosa. Ya oigo a los fundamentalistas de Arizona entristecerse por esta decisión alegando que claro, que qué se podía esperar de una gobernadora, una mujer en el poder ya era parte del mal desde un comienzo (una disculpa a quienes están comiendo al momento de leer esto).






¡Hey!, debe decirse que no todos los religiosos en Arizona, menos aun en el resto de Estados Unidos y el mundo, apoyaban esa ley, de hecho hubo manifestaciones en contra de esa propuesta por parte de protestantes y católicos (“propuesta”… “protestantes”, no es cacofonía, ¡es aliteración! ¬¬ ).


Desde luego si miramos el panorama global, las iglesias cristianas aún rechazan en su mayoría a los homosexuales, pero es muy relevante que, por ejemplo, la actitud hacia el matrimonio gay entre protestantes de Estados Unidos está yendo cada vez más hacia la aceptación, incluso entre los WASP (White Anglo-Saxon Protestant), y esta tendencia irá en aumento.
Arrojo una hipótesis sobre el futuro de las iglesias cristianas (católicas, protestantes y derivadas): Cada vez más estas iglesias se irán abriendo a posturas de aceptación de la diversidad, es decir, la masa crítica del cristianismo que acepte la homosexualidad como derecho humano irá en aumento. Pero, por otro lado (a todo cargo hay un abono, o “por cada contra existe un pro”, como dice una canción de La Espada en la Piedra de Disney, ¡caray!, ¿de dónde salió ese recuerdo?), cada vez más los nichos fundamentalistas se irán reduciendo en extensión pero radicalizando su postura.

O sea que los homofóbicos fundamentalistas ¡serán menos pero más intensos!. Desde ya se debiera ir pensando por parte de estudiosos, observadores y stakeholders públicos del fenómeno religioso qué se va a hacer al respecto, porque los  fundamentalistas, al igual que en Uganda y Arizona hoy, quieren de manera creciente llamar la atención a costa de prácticas discriminatorias. Y así continúa el círculo vicioso del sectarismo, el irse replegando más a los pseudo-valores del grupo y considerar que el mundo es más y más perverso.
¡No!, calmados, no ando diciendo que todos ellos se vayan a ir a vivir a una comuna y terminen suicidándose colectivamente (ya no vean tantas series policiacas), solo que estos grupitos serán cada vez más escandalosos aunque cada vez menos en número. Lo cual no es un consuelo, pero al menos alienta, ¿no?


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