viernes, 24 de abril de 2015

Acción comunicativa y performatividad en la predicación

Introducción. La Reforma como una nueva era comunicativa.

Como señala el diseñador Gerardo Kloss Fernández del Castillo (2004), el éxito de la difusión masiva de las ideas protestantes se debió al uso estratégico de la imprenta por parte de Martín Lutero en particular y de los reformadores en general. Si este éxito mediático se logró en Alemania, en Suiza fue igualmente eficaz pero vía Juan Calvino y Ulrico Zwinglio, quienes utilizaron la nueva tecnología comunicativa para la reproducción de sus misivas, tratados, libros y sermones. 
Pero las nuevas sociedades protestantes no sólo se valieron de la imprenta. Como ha demostrado el historiador del arte Nigel Yates (2008), los diseños arquitectónicos de los templos y los arreglos espaciales de sus naves fueron también transmisores de las nuevas doctrinas teológicas. En Suiza, estos albores de diseño y comunicación masiva se dieron mediante los estilos anicónicos, es decir ausentes de iconografía. La mayor evidencia de este afán anicónico es la ausencia de imágenes y estatuas religiosas en los templos reformados suizos. Respecto a los diseños espaciales las iglesias suizas también fueron modificadas y simplificadas. 
La transformación doctrinal en las iglesias reformadas gestó transformaciones de diseño, pues el altar desde donde se oficiaba misa fue quitado y en su lugar fue desplazado el púlpito, el cual estaba decorado con una mesa movible para celebrar la eucaristía siguiendo el ejemplo de los reformadores holandeses: “con una mezcla de posiciones para el púlpito en los muros cortos o largos, pero con la mesa de comunión colocada en frente del púlpito y la fuente también en una posición central. Buenos ejemplos de iglesias suizas con el púlpito en el muro largo son las de Wilchingen (1678), Yverdon (1753-7), Wandenswill (1764) y Horgen (1779-82) […] La iglesia en Horgen es elíptica con la fuente colocada a la mitad de los asientos. Arreglos en los muros cortos fueron creados en Santo Espíritu, Berne, con el órgano colocado detrás del púlpito…” (Yates, 2008: 53) 
¿Qué significa esta nueva forma protestante de transmitir el evangelio?, significa una reforma en la proclamación, la predicación, la cual desde ese momento conocería una forma particular de realizarse: de forma simplificada. Esta fue la principal característica de la Reforma en cuanto a la proclamación, pasó de ser una acción tremebunda y dramáticamente sacramental a un asunto eclesiásticamente simplificado y cotidianamente transmitido. En suma, la proclamación se volvió una acción comunicativa.

Por su parte, el testimonio también se vio reformado. Al simplificar los discursos lingüísticos, icónicos y arquitéctónicos de la proclamación, fue más fácil relacionar tales discursos con la vida cotidiana. Ahora comenzaba a hacerse más evidente que el ayudar al prójimo era no un asunto de confesionario, sino algo basado en la Biblia, que perdonar al ofensor era resultado del sermón basado en el Padre Nuestro, que, por ejemplo, la profunda defensa que hizo Ulrico Zwinglio del suculento queso que tanto le gustaba, se debía a la reflexión y lectura de las Sagradas Escrituras las cuales estaban ya al alcance del pueblo. Por lo tanto la Reforma con su simplicidad discursiva y su práctica directamente relacionada con un texto público que es la Biblia, convirtió al testimonio en un acto democráticamente dictaminado, en palabras del Apóstol Pablo en 2 Corintios 3.2-3, convirtió a los creyentes en cartas abiertas :

Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.

De este modo si la proclamación es la Gran Comisión, el testimonio es la Gran Responsabilidad. La forma de cumplir esta gran responsabilidad es muy sencilla: la congruencia, la integridad, es decir, como veremos en más adelante, en la capacidad performativa de la Sagrada Escritura en nuestra vida.

En primer lugar se reflexionará sobre las condiciones culturales actuales que deben tomarse en cuenta para una reformación en el testimonio de la iglesia y de nosotros como creyentes, se ira perfilando la necesidad de la palabra performativa; por esa razón se tendrá un breve interludio discursivo para explicar qué es para la vida cotidiana un performance. Finalmente se reflexionará sobre las dimensiones de un sermón preformativo, y se tendrán algunas conclusiones sintéticas.

1. Los escenarios de la proclamación.


Nehemías publica por vez primera la Palabra de Dios de forma pública y transparente (Nehemías 8), es decir, buscaba democráticamente dar a conocer el mensaje sagrado al pueblo. Este fue un acto liberador y además en busca de la atonomización del pueblo del otrora imperio dominante: Persia. Durante los primeros años del cristianismo los creyentes empezaron a predicar sin púlpito, pero sí en busca de autonomía, frente a asambleas, en los caminos, en las casas. Gracias al romano Celso que vivió en el siglo II d.C., tenemos un excelente panorama de los diversos escenarios cotidianos donde el evangelio era predicado. Celso odiaba a los cristianos y por eso le enfurecía que hablaran de Dios no en las academias o entre los filósofos, sino en los lugares menos sospechados. Escuchemos a este colérico enemigo de la fe

En algunas casas privadas encontramos con gente que trabaja con lana y con trapos, y a zapateros, es decir, a las gentes más incultas e ignorantes. Delante de los jefes de familia, esta gente (los cristianos) no se atreve a decir palabra. Pero tan pronto como logran apartarse con los niños de la casa, o con algunas mujeres tan ignorantes como ellos, empiezan a decirles maravillas. […] Los que de veras quieran saber la verdad, que dejen a sus maestros y a sus padres, y que vayan con las mujeres y los chiquillos a las habitaciones de las mujeres, o al taller del zapatero, o a la talabartería, y allí aprenderán la vida perfecta. Es así como estos cristianos encuentran quien les crea (citado en González, 1994: 69)

Como podemos ver la gente siempre se ha sorprendido de que los cristianos podamos hablar de las maravillas de Dios no en lugares refinados y con especialistas, sino en los espacios más cotidianos, pues no somos eruditos ni mucho menos, los cristianos trabajamos tejiendo, en las zapaterías, talabarterías, en el mercado y en las casas, ¡es ahí donde se da la efectiva predicación de la Palabra de Dios!, estos son nuestros escenarios favoritos. Desde luego que el culto público es de suma importancia y que la predicación dominical edifica e instruye nuestra fe, pero nunca debemos olvidar que los primeros lugares donde se predicó el evangelio, y que hasta la fecha deben de ser ocupados por el mensaje de Jesucristo, fueron los lugares de la vida diaria.

Karl Barth afirmaba: “la iglesia confiesa a Dios, por el hecho de que ella habla de Dios” (Barth, vol. I, 1 1960), y esta confesión la realiza siempre en comunidad. Por lo tanto la proclamación de la iglesia no es sólo la que se da en los púlpitos, sino la forma en la cual la iglesia en su conjunto habla de Dios. Barth llamó mucho la atención a la importancia que tiene el lenguaje utilizado para hablar de Dios, sobre de esto tendremos que volver más tarde, por el momento es importante señalar que la predicación es la acción comunitaria más importante para la vida de la iglesia, pues el modo en el cual anuncia (Barth diría testifica) que la Revelación de Dios está actuando en ella.

En el siglo XX se puso atención al hecho de que en el Nuevo Testamento el término griego que se traduce como predicación es kerygma, que significa tanto la acción de proclamar, como el contenido mismo de lo anunciado. Es decir implica una responsabilidad y conlleva un mensaje. Por eso en el siglo XX comenzó a hablarse de la teología kerigmática (o de la proclamación).

Según el teólogo Reneé Latourelle, la teología kerigmática fue de suma importancia para volver llamar la atención a las características de la Revelación. Uno de los comentadores de la obra de Latourelle resume lo que este teólogo consideraba los redescubrimientos más importantes que la teología kerigmática realizó sobre la Revelación:

Su carácter histórico, personal, encarnacional; ella es cristocéntrica, es un ofrecimiento al hombre del plan de salvación que Dios quiere para todos. La teología kerigmática resaltó la prioridad de la Palabra de Dios en todo el acontecer de la revelación. (Restrepo, 200: 100)
Por último, señalaré que las teologías de la liberación, han enfatizado que este kerygma o proclamación es construido y realizado por los pobres, marginados sociales y demás grupos vulnerables como una forma de luchar contra las injusticias y mostrar así el Reino de Dios en este mundo. Es decir las teologías de la liberación no piensan sólo en un pueblo que escucha, sino primordialmente en un pueblo que en autonomía construye discursos de resistencia que tiendan a la liberación de los pueblos, mediante la acción comunicativa del Evangelio y de su propio contexto.

De este modo, si en los tiempos de la Reforma la proclamación pasó de ser un asunto institucionalizado, exquisito, a un asunto de la vida, del hombre de carne y huesos que vive y muere, que “sobre todo muere”, sigue cantando en sueños Miguel de Unamuno, el día de hoy la proclamación debe tratarse de un acto comunicativo, no de proselitismo calculador ni de esfuerzos corporativos de iglecrecimiento mercadológico, sino un asunto de anunciar las maravillas de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.

Para esto se necesita lo que el filósofo Jürgen Habermas llamaba “la situación ideal del diálogo” (Peukert , 1984: 143), es decir provocar una situación tal que sea posible hablar del Dios creador, del Cristo del Evangelio y del Espíritu Santo de la promesa con confianza y dándonos a entender. Con eso basta, lo único importante en la proclamación es darse a entender, “poner el sentido” de lo que estoy diciendo “de modo que todos entiendan” lo que quiero comunicar. Para eso algunos consejos.

1. Para construir un escenario de proclamación se requiere, como menciona Carlos Garma, de sinceridad por parte de quien vaya a hablar de Dios[1], pues sólo así tendrá la gracia y naturalidad de hablar del Evangelio no como un script telefónico de ventas (“buenas tardes, le habla su servidor el Evangelista 9807, el motivo de mi abrupta interrupción es para ofrecerle unos boletos a la vida eterna, ¡fantástico!, ¿a poco no?. Lo único que tiene que hacer para obtenerlos es repetir pulcramente la siguiente oración donde cede los derechos de su alma a Cristo y se compromete a venir a mi iglesia pues imagínese, quizá sólo si nunca deja de asistir a mi iglesia se convierta usted en mi convertido número 1000 y ya no tenga problemas con pagar el peaje del cielo que como usted comprenderá anda muy caro en estos días). Más bien se trata de compartir la alegría y solidarizarnos con los que padecen sabiendo que Dios en Cristo es la fuente de vida y de transformación.

2. Además de la naturalidad es urgente un proceso de “desidentificación” pues al mencionar las palabras Dios, Cristo, Biblia, pecado, etc., cae sobre nosotros un denso estereotipo y nos identifican como seres hostiles que queremos que dejen de hacer lo que más les gusta en la vida o que buscamos recluirlos en una secta que no tardará en suicidarse colectivamente en el 2012. Desidentificarnos significa convencer a la otra persona de que nosotros sólo queremos comunicarles algo, no obligarlos a nada.

3. Finalmente, para crear la situación ideal del diálogo bíblico es muy importante el sabio uso de las palabras. Al momento de entablar un diálogo bíblico por primera vez debemos procurar utilizar el mismo código, hablar de una manera tal que nuestra naturalidad y recién ganada confianza pueda servir para hacernos entender una sola cosa como decía Paul Tillich (1973): no queremos convertirlos al cristianismo, ni a nuestro estilo de vida, ni siquiera a lo mejor que pueda tener, sino sólo anunciarles un sencillo hecho, hay un nuevo ser, y ustedes pueden participar en el. Es decir, algo ha pasado, Cristo es una realidad nueva, sí él te puede cambiar a ti y a tu entorno de opresión y ansiedad.

Pero como todos sabemos la proclamación va íntimamente ligada al testimonio. No debido a los clásicos chantajes de que “por cristianos como él yo ya no voy a la iglesia”; no se trata de caer en chantajes sino de asumir la responsabilidad de nuestra proclamación, para esto hay un camino sencillo; cumplir lo que decimos.

Y es que hay cosas que decimos que pueden ser verdaderas o falsas: hoy es día de Corpus, mañana va a llover, José Emilio Pacheco escribió un Tranvía llamado deseo y remató con Crónica de una Muerte Anunciada, etc. Pero hay otro tipo de cosas que decimos que sencillamente no pueden ser verdaderas ni falsas, sencillamente se hacen o no.

Cuando alguien declara delante de un juez cívico en un contrato de matrimonio “si, acepto”, esa frase no puede ser verdadera ni falsa, pues de hecho se está casando, cuando alguien dice “Creo en Dios Padre Todopoderoso” la frase no es ni verdadera ni falsa, pues la persona o está creyendo o no. Es decir este tipo de frases más que anunciar, hacen cosas. Se les suele llamar enunciados preformativos y es la forma en la que John L. Austin nos dice que podemos hacer cosas con palabras (Ferraris, 2002), y la forma en la cual nuestro testimonio puede ser reformado. Para esto explicare brevemente qué son la performance y los enunciados performativos:

2. Interludio: la performance y sus posibilidades.

La palabra performance significa realización, es muy común en teatro, implica una ejecución o una realización. Una performance es por tanto algo que se hace. Como mencionaba existen palabras que al momento de decirse hacen cosas: cuando un presidente municipal dice: “declaro inaugurada esta convención”, de hecho está inaugurando una convención. Claro podemos imaginar que esto lo diga cuando no hay nadie, quizá en un momento de copas, para Austin esto no convertiría al enunciado en falso sino en uno desafortunado, es decir que no resultó. Por el contrario, cuando se cumple es un enunciado feliz o afortunado. Hay algunas reglas para que un enunciado preformativo sea feliz, veamos el ejemplo de quien dice “sí, acepto”.

1. Se necesita que el enunciado entre dentro de ciertas reglas. Entre los bantú la consumación del contrato matrimonial no es diciendo “si acepto”, sino cuando la pareja bebe del mismo vaso ritual. En este caso decir si acepto sería un enunciado desafortunado, no preformativo, pues no conseguiría hacer nada.

2. Se necesita que la persona sea la adecuada. Por ejemplo, si lo dice un niño jugando con su amiguita, es evidente que el niño no cumple con las posibilidades. Tampoco lo haría si la persona ya está casada

3. Se necesita que el acto sea realizado por todos los participantes. Mariana, la condesita estaba a punto de darle el sí al Duque, pero entre las bancas estaba Juan, su verdadero amor, quien le había advertido que de dar el sí en ese momento saltaría con cuchillo en mano y la mataría sólo para posteriormente quitarse el mismo la vida. Al escuchar del padre la pregunta aceptas a este como tu esposo, Marianita no supo que hacer, y cayó desmayada al suelo. Es evidente que entonces el acto de matrimonio no pudo ser consumado.

4. Debe ser realizado completamente. Si dice “si acepto” pero no firma, entonces por ese pequeño detalle el enunciado fue desafortunado.

3. El testimonio performativo.

Ahora que ya se ha explicado lo que es un enunciado preformativo y cómo se consigue, sólo resta hablar sobre el testimonio performativo, el cual no significa otra cosa que lo que Pablo le dice a los filipenses cuando recuerda las bondades y gracias que han realizado.

Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros siempre en todas de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia (Filipenses1.4-7)

Esto va muy de la mano con lo que Ariel Corpus (2006) rescató en su estudio sobre las ideas políticas y morales de los escritores de El Faro, sobre todo la propuesta pedagógica del hermano Hexiquio Forcada, quien implantó el sistema de la Educación Objetiva, o sistema objetivo. Se trató de una propuesta de Escuela Dominical en la cual los conocimientos teóricos y doctrinales aprendidos en clase tengan una objetivación, o bien puedan hacerse palpables en la vida cotidiana. Este sistema respondía a necesidades acuciantes en México, sobre todo en las zonas rurales tan descuidadas durante el Porfiriato. De este modo la educación dominical, llamémosle proclamación dominical, pudo ayudar a muchos mexicanos no sólo a aprender a leer y escribir sino también a formarse una conciencia como ciudadanos, a reflexionar sobre su entorno cultural y político.

Conclusiones / Aplicación,

De este modo podemos concluir pensando algunas estrategias para que nuestro testimonio se objetive, sea performativo, se haga realidad.

Actuemos según las reglas de la Sagrada Escritura, volamos al texto que él sea nuestro guía.
Démonos cuenta de que nosotros somos las personas adecuadas, que sí, yo puedo convertirme en un agente de cambio, que soy el elegido para anunciar el Evangelio de Cristo.

Todos debemos participar. En la iglesia nadie sobra, todos faltan. Trabajemos en comunión, hagamos comunidad, compartamos sueños y esperanzas, luchas y desvelos.

Continuemos hasta acabar la obra, no nos echemos para atrás, sigamos adelante. Que nuestra proclamación sea una acción comunicativa, transparente, pública, que nuestras acciones al ser juzgadas democráticamente, es decir, por la sociedad, la historia, por la Escritura, puedan mantenerse en pie y que como en los días de la Reforma todo lo que hagamos, lo hagamos para la gloria de Dios.



Bibliografía.

- BARTH, KARL, Church Dogmatics I, vol. 1, “The doctrine of the Word of God”, Edinburgh, 1960.

-CORPUS, ARIEL, Soldados de plomo. Las ideas protestantes de El Faro durante el porfiriato; 1885-1900, tesis de licenciatura en Ciencias Históricas-EESCIHA, México, 2006.

- FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, Gerardo Kloss, “¿Zumárraga tras los pasos de Lutero? Exitos y fracasos del primer proyecto de comunicación masiva en México. Tercera Parte” en Revista Encuadre, México, 2004 (encontrado en http://www.encuadre.org/pdf/Vol2/R3oct03/vol2_rev3_art3_zumarraga_part3.pdf

- FERRARIS, MAURIZIO, Historia de la hermenéutica, Siglo Veintiuno, México, 2002.

- GARMA, NAVARRO, Buscando el Espíritu. Pentecostalismo en Iztapalapa y Ciudad de México, UAM/Plaza y Valdés, 2004.

- GONZÁLEZ, JUSTO L., Historia del Cristianismo I. De la era de los mártires a la era de los sueños frustrados, UNLIT. Miami, 1994.

- PEUKERT, HELMUT, Science, Action and Fundamental Theology. Toward a Theology of communicative, MIT Press, Chicago, 1984.

- RESTREPO, ARGIRIO, La Revelación según René Latourelle, Gregorian University Press, Roma, 2000.

- TILLICH, PAUL, El Nuevo Ser, Ariel – Libros del Nopal, Barcelona, 1973.

- YATES, Nigel, Liturgical Space. Christian Worship and Church Buildings in Western Europe 1500-2000, Ashgate Publishing Limited, Burlington, USA, 2008


[1] El atravesar una experiencia espiritual mediante la cual activamente la participación de la persona es la forma real de la conversión y la evangelización. De otro modo se convertiría en mera afiliación y proselitismo (Garma 2000: 195-226).

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