Esta necesidad de ligar a los famosos y relevantes con mi identidad (nacionalidad, grupo social, orientación política), son como un grito por salvación. ¿no me creen?, lo mismo pasa con la figura de Jesús.
- Para los socialistas, Jesús proclamó la comunidad de bienes.
- Para los capitalistas, Jesús tenía mentalidad de empresario.
- Para los hippies, Jesús era pacifista.
- Para los ecologistas, Jesús predicó la sustentabilidad.
- Para las feministas, Jesús reivindicó a la mujer.
- Para los machistas, Jesús estableció el dominió del varón.
- Para los rockers, Jesús era un rebelde.
- Para los hipsters... ¿qué rayos piensan los hipster?
El antropólogo Edward (¡ah no manches!, ¿como el vampiro?) Evans-Pritchard llamaba organización segmentaria a ese afán de odiar a tu hermano, hasta que el vecino lo agrede; de odiar a tu vecino, hasta que alguien de otra colonia los reta; de considerar que los mexicanos somos mediocres, malechos, destinados a ser loosers, hasta que Alfonso Cuarón está entre gringos y gente de otros países.
Ese afán de ir aliándome con aquellos en situaciones de amenaza externa o supuesta desventaja, es una transferencia (Lacan, orgulloso patrocinador) de mi propio sentido de vulnerabilidad o necesidad de legitimación, de ser salvo, pues.
¿Será que esa mexicanización que se vivió a propósito de los Premios de la Academia, habla de que los mexicanos nos sentimos en vulnerabilidad?, ¿será que andamos desorientados ante tanta Reforma Estructural y los estragos de la globalización?, quizá solo nos queda decir:
Pos ya que el petróleo valió, ¡expropiemos los Óscares!
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