martes, 12 de agosto de 2014

Pareidolia

      Un día me le aparecí a Dios en una puerta, al principio creyó que era una ilusión óptica, luego se convenció de mi aparición. Le contó el asunto a sus elegidas y selectas amistades, pero ¡nadie le creyó! Aun así, Dios se aferraba al hecho de haberme visto, y trataba de explicarlo con argumentos de fe que iban más allá de la razón, comenzó a leer revistas paranormales y contactar con médiums, pero no me le volví a aparecer.

      No he sabido mucho de Dios desde entonces, si lo ves como mendígo o explorador apasionado, cuéntale que me vio de verdad y que su fe en mi tiene sentido.


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