sábado, 7 de febrero de 2015

Creo porque es simple

Un reciente reportaje de la BBC ha traído sobre la mesa el futuro de la religión. Ahí se habla, desde una perspectiva del Behavioral Economics, de cómo la religión es un aspecto secundario en el desarrollo cognitivo de las personas y que la gente cree porque es lo más fácil.[1] La religión es una cuestión de economía de pensamiento: permite entender el mundo originado por fuerzas opuestas, orientado por un plan, integrado en su sentido más profundo.

Religión y facilidad parecen términos opuestos tanto por los críticos de las religiones que miran los rituales suntuosos y disciplinas severas como por los religiosos que entienden por facilidad algo carente de compromiso dogmático e institucional y peor, una llegada descarada del clientelismo, pongámosle por apellido neoliberal. ¿Qué tan crítica es esta situación?

Las religiones y espiritualidades alrededor del mundo buscan, según ellas mismas dicen, el beneficio humano. Ya sea para alcanzar la salvación eterna, equilibrar las fuerzas interiores, estabilizar auras o potenciar chacras, las experiencias religiosas buscan hacer el bien al ser humano. Carlos Garma, antropólogo mexicano especialista en el fenómeno religioso con quien tomé clases y trabajé en la Universidad Autónoma Metropolitana, siempre decía a sus grupos a punto de salir a trabajo de campo en comunidades religiosas: “Si alguien quiere hacerles una oración u otro rito, déjense, daño no les va a hacer”. Quienes tienen contacto de primera mano con grupos religiosos pueden constatar que en su gran mayoría son comunidades que buscan ayudar.




Pero con las religiones pasa lo mismo que con los accidentes aéreos. La mayoría de los despegues y aterrizajes alrededor del mundo son abrumadoramente exitosos, pero cuando un avión cae o desaparece, entonces el foco de los medios exacerba la noticia a gran magnitud y da la impresión de que volar es cada vez más peligroso. De todas formas, estadísticamente volar sigue siendo la manera más segura de viajar, Hoy solo hay 1 accidente por cada 1.3 millones de vuelos.

Los grupos religiosos alrededor del mundo también hacen bien a la gente ya sea en apoyo espiritual como material, pero cuando surgen fraudes, crímenes y atentados terroristas en nombre de alguna religión, entonces el foco se centra en ellos como se centra en los accidentes de avión y se crea la idea de que "la constante en la historia de las religiones es el daño a las personas". Pero los miles de creyentes que vemos con pancartas incitando al odio, curas pederastas, televangelistas pastores fraudulentos, terroristas islámicos,  no representan a los miles de millones de creyentes que hay y han habido en el mundo. 

Por otro lado, en la búsqueda por hacer bien al mundo siempre se puede mejorar. No se trata meramente de entrar a un mercado religioso, se trata de crear mensajes valiosos para las personas, relaciones edificantes y orientaciones precisas. No es solo transportar a la gente de un punto de incredulidad y enajenamiento hacia un destino de fe y plenitud, hay que mejorar el servicio durante el trayecto, hacer más cómodos y amplios los asientos o momentos de escucha, más sabroso nuestro café o llamado a la reflexión, brindar una atención de primera clase o donde cada quien pueda personalizar la espiritualidad según mejor le convenga.

Y es que si la religión no sirve para hacer más fácil la vida, ¿cuál es su sentido?, ¿complicarla?

Algo relevante ha estado pasando en este sentido los últimos años, según lo cuenta la socióloga francesa Daniéle Hervieu-Léger, para quien en Europa la religión ha pervivido en ambientes secularizados gracias a que se ha desinsitucionalizado y se vive de maneras no ortodoxas.[2] Las personas no se han esperado a que iglesias y organizaciones volteen a ellos y les ofrezcan mejores dogmas, ritos ni símbolos, sino que existe un creciente sector humano que se encuentra diseñando su propia espiritualidad con retazos confesionales de aquí y de allá con tal de vivir una fe que les sea sin complicaciones. 

Tal pragmatismo en vez de ser nocivo ha sido muy benéfico para las religiones toda vez que al ser flexibilizadas han logrado mantenerse vigente en el mundo contemporáneo. Pastores, rabinos, babalawos y demás líderes religiosos harían bien en dar las gracias a los herejes contemporáneos que han decidido tomar solo un poco de sus creencias y adaptarlas pragmáticamente a otras creencias y descreencias.

Un cristianismo, por señalar una de tantas religiones, tal como los pastores o sacerdotes desean que se viva: altamente comprometido, sin sincretismos, que rechace radicalmente cualquier mundanalidad y que tenga regulada toda la vida hasta el más mínimo detalle sencillamente ya se hubiera quebrado y desaparecido. Si aún existe cristianismo hoy es gracias a que no se siguen sus normas al pie de la letra y los creyentes lo han vuelto algo más fácil de llevar.

Siendo claros, la visión del cristianismo crea muchas disonancias cognitivas en la gente, es decir le hace creer en cosas que son contradichas no solo por la ciencia sino por el sentido común. Los seres humanos no podemos vivir con disonancias cognitivas por mucho tiempo, se necesitan mecanismos reguladores para ajustar lo que creo con lo que me voy topando en la realidad. Seleccionar solo algunas creencias, rechazar otras e inventar nuevas, es lo que hace a la religión algo fácil de llevar, es lo que le dota de valor y es lo que le permitirá continuar en la historia por mucho tiempo más. Puede verse un exquisito estudio de Jack Goody sobre cómo en el cristianismo se han resuelto estas contradicciones en la historia cultural de las reliquias y la sexualidad. La re-significación de los símbolos en formas populares no ortodoxas ha sido fundamental para darle un sentido coherente a creencias y normas religiosas.[3]

En la medida en que mi religión, mi espiritualidad, me permita pensar y vivir más fácilmente, me haga sentir más cómodo y andar por el mundo de manera sencilla, más probabilidades tendrá de quedar anclada a mí, de volverse mi aliada y cómplice sin menoscabo de mi compromiso. Mientras menos tiempo pierda resolviendo disonancias cognitivas provocadas por mi religión más tiempo tendré de mirar al mundo y actuar en él de manera benéfica.






[1] Behavioral Economics es una teoría que postula que los seres humanos actuamos por dos sistemas. El Sistema 1 que es automático e intuitivo, nos permite meter las manos antes de caer y resolver, casi sin pensar, sumas cortas (2+3; 4+5…), así como imaginar un mundo ordenado por binomios opuestos: alto/bajo; espíritu/materia, etc. El Sistema 2 es reflexivo contra-intuitivo, caracteriza a la ciencia, a la reflexión, permite tomar decisiones de forma calculada en costo-beneficio (en realidad se usa poco para las compras, el voto o en relaciones interpersonales, pues en ellas actuamos más por Sistema 1).
 [2] HERVIEU-LÉGER, Daniéle, “Algunas paradojas de la modernidad religiosa. Crisis de la universalidad, globalización cultural y reforzamiento comunitario”, en Versión. Estudios de Comunicación y política, México, UAM-Xochimilco, núm. 21, diciembre 2008.
[3] GOODY, Jack, “Representaciones y contradicciones. La ambivalencia hacia las imágenes, el teatro, la ficción, las reliquias y la sexualidad”, Barcelona, Paidós, 1992. 

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