Dios es correr en un sueño,
esmerándote, estirándote,
angustiándote
por alcanzar ese algo
imposible de asir,
salir de ese dónde
del que nunca puedes escapar;
cual Aquiles corriendo
desesperado tras la parsimoniosa tortuga,
así el alma se extiende hacia Dios,
encontrando siempre
y cada vez,
un infinito entre los dos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario