viernes, 14 de marzo de 2014

Casitas del sur y la manipulación de la crisis familiar

Tras casi seis años de desaparecida, se ha dado a conocer que Ilse Michel finalmente regresó a casa. Esta niña - ahora adolescente -  forma parte de un grupo de 60 menores sustraídos de sus hogares y desaparecidos por la asociación Casitas del Sur, vinculada al templo evangélico Iglesia Cristiana Restaurada. Su fundador Antonio Domingo Paniagua, alias "El Kelu" fue aprehendido en España en 2010 y un año después extraditado a México por crimienes de secuestro y delincuencia organizada. 

Lo preocupante del caso, además del crimen de secuestro de menores, es la ideología y discurso que permitieron operar a esta organización ganándose incluso la confianza del gobierno federal. Casitas del Sur funcionaba como albergue, el cual defendía a la frágil institución familiar tan amenazada en estos días, y resguardaba a niños que vivían en las llamadas "familias disfuncionales". ¡Listo!, con ese discurso fue suficiente para que una organización delictiva pudiera operar. 

Es un hecho que si preguntamos a la gente sobre la situación de la familia de hoy, la gran mayoría de ellos nos dirá que la familia se encuentra “en crisis”.  ¿Qué quieren decir con esto? Crisis familiar significa para muchos que los modelos tradicionales de familia están desapareciendo. Crisis familiar hace alusión a la mujer que tiene que compartir su tiempo como madre y esposa con su tiempo como profesionista o trabajadora. Crisis familiar significa que “las cosas ya no son como antes”.

Sin duda las familias pasan por crisis, pero de ahí a decir que la familia, como institución está en crisis hay una gran diferencia. Cuando un adolescente vive la transición entre la infancia y la edad adulta, muchas cosas cambian, a veces dramáticamente (la voz, la estatura, la capacidad reproductiva, etc.), suele hablarse de la adolescencia como un periodo de “crisis”, a pesar de que no es más que el proceso de crecimiento y consolidación psíquica y física del individuo. De igual modo algunos fariseos hablaban de crisis ante el mensaje de los primeros cristianos quienes, según ellos, “trastornan el mundo” (Hechos 17: 6)

Son las etapas de transición y reorganización a las que comúnmente se les llama “crisis”, sin embargo son meros ajustes adaptativos. Lo que las familias están demostrando mediante estos nuevos modelos y prácticas familiares no es una crisis, sino todo lo contrario, la expresión de su vitalidad, que pese a todo ha sabido abrirse paso en este mundo agresivo, aunque algunas cosas hayan cambiado.

Es muy importante señalar, con todas sus letras, que la familia no está en crisis, sino reorganizándose. Solo así gobiernos y sociedad dejarán de ceder a proclamas chantajistas, electoreras, cabilderas que usan el tema de la supuesta crisis familiar para ganar confianza. El caso Casitas del Sur es un lamentable ejemplo de lo que puede ocurrir cuando se respira ese aire de miedo ante los cambios y se mira con ojos de esperanza a los predicadores del pasado, de las buenas costumbres y de los modelos tradicionales de familia. 

Familias gays, reconstruidas, monoparentales, extensas, familias sin lazos biológicos, entre otros modelos, son los que ya hace mucho están presentes en la sociedad y que seguiremos viendo crecer con contundencia. Ahí estarán los que gustan de desgarrarse las vestiduras diciendo que no está bien, que se están perdiendo los valores, que no es el modelo de familia dispuesto por Dios y otros tantos disparates manipuladores.  

El Caso de Casitas del Sur no está cerrado, aún faltan niños por ser encontrados, y mientras eso ocurre ojalá como sociedad aprendiéramos a no ceder a proclamas apocalípticas, a recibir con beneplácito las transformaciones familiares y que nunca más algún niño sea separado de su hogar solo porque ante los ojos de cierta moral religiosa vive en una "familia disfuncional".  


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