martes, 19 de agosto de 2014

¿Y la Teología? Pregunta por una ausente en los estudios culturales.

Introducción. Los rostros culturales de la Teología, y los rostros teológicos de la Antropología.

Se busca realizar una pregunta metodológica sobre la pertinencia del análisis teológico para los estudios culturales en Latinoamérica. La palabra teología suele provocar representaciones de palacios medievales y catedrales góticas, de discusiones etéreas, de creacionismos estadounidenses y la reificación de las relaciones de dominación, pues como ha señalado Pierre Bourdieu (2000), el mito religiosamente sancionado se convierte en instancia de dominación. No obstante, la teología que aquí se está pensando como probable interlocutora de los estudios culturales no es la aristotélico-tomista, ni tampoco la teología sistemática del protestantismo.

En realidad la teología ha tenido un amplio desarrollo intelectual sobre todo en el pasado siglo veintiuno. Los teólogos han pasado de vivir en el Olimpo – o mejor aún en el Sinaí – sacro/especulativo para tomar conciencia de la importancia de la multidisciplinariedad, el eclecticismo y los significados culturales de diversas tradiciones religiosas y seculares para su método. No es desconocido que las investigaciones político-económicas de Enrique Dussel se encuentran orientadas por sus presupuestos teológicos, como su proyecto de Ética de la liberación lo permite comprobar desde las primeras páginas (Dussel, 1998). Sin embargo, no se pretende aquí tratar de justificar la invitación a los debates culturales a un interlocutor sólo partiendo de un garbanzo de a libra, sino demostrar que actualmente la Teología y la Antropología tienen elementos comunes que permitirían afianzar en Latinoamérica un diálogo que investigadores anglosajones y germánicos llevan ya trabajando desde hace tiempo.

Parece ser que la Teología ha tardado en integrarse – y ser integrada – a la cohorte teórica de los estudios culturales latinoamericanos. Los estudios sobre cultura en Latinoamérica, a pesar de que cuentan con el aporte de una rica tradición ensayística, han estado más vinculados a las ciencias sociales que a las humanidades (Nivón, 2007).

En la medida en que la filosofía y la filología fueron el pan y la sal de la metodología teológica desde el siglo II d.C. cuando Justino Mártir reivindicara a los filósofos griegos frente al cristianismo (Méndez, 2009), hasta hace poco más de un siglo la teología se encontraba íntimamente ligada con estas disciplinas. Esto no evitó, sin embargo, que un precursor de la Antropología como Robertson Smith fuese no sólo teólogo y exégeta[1], sino que se preocupara por temas culturales como la lengua, el tabú de incesto, el totemismo y la matrilinealidad sobre todo en las sociedades árabes. Con todo, la misma teología decimonónica deploró estas investigaciones[2] y la teología siguió corriendo sobre los rieles humanistas clásicos. De este modo se ha legitimado un estereotipo –desde tiempos de James Frazer - hacia la teología considerándola exclusivamente producto cristiano[3], intolerante y extraña a las realidades social y cultural; así los estudios sobre cultura en Latinoamérica parecen no haber podido tener contacto con la literatura teológica contemporánea.

Cabe señalar que los acuñadores del broncíneo resplandor de la historia de la Antropología clásica (Díaz, 1998) sí tenían un especial interés por las humanidades. Destaca desde luego la figura de Evans-Pritchard quien en su Nuer Religion (Evans-Pritchard, 1971) realiza una comparación sistemática entre la teología nuer y los supuestos metafísicos de la teología aristotélico-tomista. Discípula de Evans-Pritchard, Mary Douglas inició sus reflexiones antropológicas encontrando la relación entre las prohibiciones dietarias de los lele del Sudán y el código alimentario del libro de Levítico (Douglas, 2007), y la década de los noventa conocería una abundante bibliografía de ésta antropóloga en diversos Journal teológicos discutiendo magistralmente sobre tópicos veterotestamentarios[4]. Su producto más acabado tanto en su biografía intelectual como de vida, fue El Levítico como literatura (2006) donde cierra –según sus propias palabras – “un anillo” que representa un compromiso intelectual y existencial con el estudio de la biblia (Méndez, 2007). Ejemplos pudieran abundar, sin embargo es tiempo de pasar ahora a la comparación metodológica entre la teología contemporánea y los estudios culturales gracias a las claves que Nivón ha explicitado.

Multidisciplinariedad de los estudios culturales.

Ante la sugestiva declaración de que
…la moderna investigación cultural requirió la superación de los límites disciplinarios tradicionales y por ello se dispuso a asumir un decidido diálogo entre la lingüística, la comunicación, las ciencias sociales, el arte y la literatura (Nivón, 2007).
Cabe preguntarse, con conocimiento de causa, ¿y la teología?, ¿no ha sido ella también parte de los nuevos interlocutores de la investigación cultural?. Prima facie podría argumentarse que en la medida en que los estudios culturales giraron hacia el arte y la literatura esto ya implicaba que usufructuara los resultados de debates persistentes que estas disciplinas tuvieron con diversas teologías, sobre todo europeas. Por poner sólo un ejemplo, los planteamientos derridianos que Spivack asume en su crítica poscolonial feminista se encuentran en diálogo abierto con la hermenéutica tanto fenomenológica como teológica (Ferraris, 2005). En efecto Derrida problematiza en su análisis textual con la categoría de “desmitologización” acuñada por el teólogo luterano Rodolfo Bultmann. También es sabido que el deconstructivismo derridiano sería debatido por Paul Ricoeur (2006), lo que no es tan sabido es que Ricoeur desde sus pininos bibliográficos fue un tenaz teólogo reformado (es decir calvinista, desde luego no en el sentido puritano ni weberiano).

Aún si esto no fuera suficiente para demostrar la importancia que ha tenido la teología en el desarrollo teórico de los nuevos invitados por los estudios culturales, es posible encontrar que las pistas heurísticas que actualmente se encuentran en la agenda de trabajo de los estudios culturales también forman parte de la agenda teológica contemporánea e incluso comparten presupuestos epistemológicos, y más importante aún, axiológicos.

Sedimentos culturales en los estudios teológicos.

Señala nuevamente Nivón que el giro cultural en los estudios Latinoamericanos se debió a
….la consideración de la cultura en un sentido amplio, antropológico, que hizo posible sortear los estudios centrados en el vínculo cultura-nación –donde la cultura era el gran integrador- para abordarla a partir de grupos sociales como la clase obrera inicialmente, donde la cultura parece convertirse en un gran diferenciador social (Nivón, 2007).
No es solo la Teología de la liberación la que se quiere mostrar aquí como contenedora de una preocupación cultural de carácter diferencial, sino también las teologias de los terceros mundos. Como señala en teólogo africano Kwame Bediako (1997), en el África poscolonial y tras la extinción del aparheid el sujeto africano quedó en un vacío de identidad respecto a su pasado, presente y futuro. Su religión autóctona sólo era considerada a la vieja usanza antropológica como animista, y sin el padrinazgo institucional de las iglesias cristianas parecían quedar despojados epistémicamente de su realidad, pese a ello el sujeto africano subalterno no es pasivo, de este modo:
Términos cómo “fetichista”, “animista”, “politeísta”, “primitivo”, “incivilizado”, e “inferior”, - estos términos que fueron categorías utilizadas por intelectuales occidentales para describir e interpretar las tradiciones religiosas africanas[5] - todos ellos serían rechazados por la teología africana (Bediako, 1997: 429).
De este modo, para el contexto africano la teología sería un proyecto de “hermenéutica de la identidad” (Bediako, 1997: 428). Como es sabido son las identidades un punto de reflexión angular en los estudios culturales, pues bien, estos teólogos africanos están actualmente trabajando sobre ésta, pero no sólo los africanos. En Estados Unidos los indios fueron despojados de su territorio por los misioneros, lo cual a ellos les queda perfectamente claro como lo demuestra el aforismo que el teólogo luterano y sioux de nacimiento, Vine Deloria Jr., cita en su prístina obra, Custer died for your sins[6].
Cuando los misioneros llegaron, ellos traían el libro (la biblia), mientras que nosotros teníamos la tierra; ahora nosotros tenemos el libro, y ellos tienen la tierra. (Deloria, 1988)
Si bien en la época moderna “la cultura ha dejado de ser algo extraordinario, por ejemplo ritos u obras prestigiosas, y se ha incorporado a la carne de lo cotidiano”, no cabe duda que la cotidianidad de muchos grupos sociales se expresa mediante sus persistentes ritualidades y símbolos que han sido negociados pero no extintos ni aún por los procesos poscapitalistas, es decir son una evidencia de “la forma en cómo se ha estructurado nuestra modernidad”. Entre los grupos nativos de Estados Unidos esta estructuración de la modernidad ha estado imbricada con los procedimientos protocolarios de las diversas legislaciones sobre las Reservaciones, la caza del venado, del salmón, el uso ritual del peyote y las controversias legales entorno al desplazamiento de grupos humanos por la construcción de presas tal como lo señala contundentemente la obra de Charles Wilkinson, Blood Struggle (2005) –recomendada en el cuarto de forro por el mismo Vine Deloria Jr.

Ha sido Deloria Jr., teólogo luterano y activista indio quien desde la teología ha criticado los modelos occidentales de la ciencia, y si bien ha llegado al extremo de negar la evolución (no tanto la científica, sino la ideologizada) no tiene punto social en común con los fundamentalismos estadounidenses. Todo lo contrario, Deloria Jr., forma parte de un grupo de teólogos con preocupaciones culturales por sus propias etnias frente al advenimiento de la economía global, reflexionando sobre tópicos de lenguaje, de significados y rituales incluso con connotaciones etnográficas como lo es el libro Pipe, Bible and Peyote among the
Oglala Lakota: A study in religious identity de Paul B. Steinmetz.

Nuevamente sería posible poner más ejemplos de lo que la teología está haciendo respecto a los estudios culturales en Asia, en la identidad negra y otras minorías étnicas. En Latinoamérica lo más cercano a estas teologías ha sido la referida teología de la liberación, sin embargo también su derivación en teología india o indígena ha contribuido a la transformación sociorreligiosa de diversas municipalidades, sobre todo en el sureste mexicano (Marroquín y Hernández, 2009). Pese a ello son escasos los trabajos teológicos en Latinoamérica sobre asuntos culturales, una excepción es la investigación etnográfica realizada por la luterana Elizabeth Brusco sobre The reformation of Machismo, investigación que desde la teología, pero con metodología etnográfica, presenta las articulaciones identitarias y religiosas que con ocasión de la conversión al credo evangélico viven hombres y mujeres colombianas en los ciclos domésticos (Brusco, 1995).

Y en  las artes.

La última veta del diálogo posible entre los estudios culturales y la Teología se encuentra en el reciente interés que los estudios teológicos están teniendo hacia las artes, tanto visuales como musicales (Howes, 2007; Begbie, 2007). Las artes dentro de la Teología, desde luego son una vieja conocida, sin embargo la reflexión cultural sobre el significado de estas artes - principalmente la arquitectura y la música - en los espacios eclesiásticos como formadores de identidad y como generadores de sentido, sobre todo en tradiciones anicónicas como las protestantes, es a penas un tema que comienza a ser explorado. Aquí desde luego la Teología podría beneficiarse ampliamente de los estudios culturales realizados por Néstor García Canclini. Por lo mientras, las reflexiones sobre consumo artístico desde la Teología giran en torno a la recuperación de las diversas tradiciones artísticas que de hecho no son ni consumidas ni relevantes para los creyentes, la Teología intenta reflexionar así por un lado sobre la revaloración del patrimonio artístico que históricamente poseen las iglesias, y por otro reconocer cuáles son las expresiones artísticas contemporáneas que afectan a las iglesias.

Conclusión.


Con este panorama internacional enfrente es posible reiterarle a los estudios culturales Latinoamericanos la pregunta, “¿y la Teología?”. Si como se ha pretendido demostrar, -aunque sólo con botones – la teología contemporánea está más relacionada con las preocupaciones étnicas, culturales y urbanas que con las vetustas y bizantinas[7] argumentaciones entorno a la naturaleza de las tres personas de la Trinidad, o a la forma en la cual el gobierno espiritual de la Iglesia legitima su superioridad sobre el gobierno temporal del Rey, entonces es posible considerar que en posteriores tertulias dialogantes, bibliográficas, hemerográficas o digitales, se mande también una tarjeta de invitación a la antaño reina de las ciencias, pero que actualmente busca, no en todos los sectores, pero sí en muchos, convertirse en ancilla de las culturas.

Bibliografía.
  • Bediako, Kwame, “African Theology”, en Ford, David F,. (ed.) The modern Theologians. An introduction to Christian Theology in the Twentieth century, Blackwell Publishing, Oxford, 1997. 
  • Begbie, Jeremy, “Theology and the arts: Music” en Ford, David F,. (ed.) The modern Theologians. An introduction to Christian Theology in the Twentieth century, Blackwell Publishing, Oxford, 1997. 
  • Bourdieu, Pierre, La dominación masculina. Anagrama. Colección Argumentos, España, 2000. 
  • Brusco, Elizabeth, The Reformation of Machismo. Evangelical conversion and gender in Columbia, University of Texas Press, Austin, 2005. 
  • Copeland, M. Shawn, “Black, hispanic/latino, and Native American Theologies” en Ford, David F,. (ed.) The modern Theologians. An introduction to Chtristian Theology in the Twentieth century, Blackwell Publishing, Oxford, 1997. 
  • Deloria Jr., Vine, Custer died for your sins. An Indian manifiesto, [1969], Macmillan, Nueva York, 1988. 
  • Díaz Cruz, Rodrigo, Archipiélago de rituales. Teorías antropológicas del ritual, Anthropos, UAM – I, México, 1998. 
  • Douglas, Mary, El Levítico como literatura. Una investigación antropológico y literaria de los ritos en el Antiguo Testamento, Gedisa, Barcelona, 2006. 
  • Douglas, Mary, Pureza y peligro. Un análisis de los conceptos de contaminación y tabú, Editorial Siglo Veintiuno, Argentina, 2007.
  • Dussel, Enrique D., Ética de la liberación en la edad de la globalización y la exclusión, Trotta. Colección Estructuras y Argumentos, Madrid, 1998. 
  • Evans-Pritchard, Edward Evan, The Nuer Religion, Oxford University Press, Oxford, 1971. 
  • Fardon, Richard, Mary Douglas. An intellectual biography, Routledge, Oxon-Nueva York, 1999. 
  • Ferraris, Maurizio, Historia de la hermenéutica, Siglo Veintiuno, México, 2005. 
  • Harrison, Ronald K. Introducción al Antiguo Testamento I. TELL, Grand Rapids, Michigan, 1991. 
  • Howes, Graham, “Theology and the arts: Visual arts” en Ford, David F,. (ed.) The modern Theologians. An introduction to Christian Theology in the Twentieth century, Blackwell Publishing, Oxford, 1997. 
  • Marroquín, Enrique y Hernández, Alberto, “Oaxaca: una diversidad conflictiva” en Hernández, Alberto y Rivera, Carolina, Regiones y religiones en México. Estudios de la transformación sociorreligiosa, COLEF, CIESAS, , El Colegio de Michoacán, México, 2009
  • Méndez Yáñez, Raúl, “Reseña al libro ‘El Levítico como literatura. Una investigación antropológica y literaria de los ritos en el Antiguo Testamento’” en Iztapalapa. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades: Conflictos locales y religiones globales No. 62-63, año, 28 Universidad Autónoma Metropolitana, México, 2008. 
  • “Por la revancha de Heráclito. La doctrina de Dios desde Parménides hasta la Teología Europea Continental Clásica” en Revista Digital Expresión Espiritual, noviembre, 2009. 
  • Nivón, Eduardo, “Cultura, Política y Globalización. Claves para el debate contemporáneo”, inédito, 2007. 
  • Ricoeur, Paul, Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido, Siglo Veintiuno, México, 2006. 
  • Tylor, Edward, B., Anáhuac o México y los mexicanos antiguos y modernos, Juan Pablos Editor, UAM – I, (Trad. Leif Korsbaek Frederiksen), México, 2009.
  • Wilkinson, Charles, Blood Struggle. The rise of modern Indian Nations, W.W. Norton & Company, Nueva York, 2005. 
Notas 

[1] Es decir, la rama dedicada a la práctica de la interpretación bíblica. De hecho fueron los exegetas alemanes quienes más recurrieron a la investigación sociológica, cultural y posteriormente antropológica. Así, según Harrison (1991), el culturalismo boasiano fue de interés para salir de los modelos evolucionistas unilineales que dominaban la crítica textual de la biblia a principios del siglo veinte.
[2] Lo cual quedó evidenciado en la excomunión que la iglesia protestante alemana le hiciera a Smith, lo cual ha sido descrito según cita Leif Korsbaek en la Introducción a su traducción al Anahuac de Tylor como “la última victoria de la inquisición alemana” (Tylor, 2009).
[3] Es raro escuchar que se hable de teología árabe, pues las sociedades árabes han sido más bien vistas en su aspecto cultural. También existen diversas teologías en tradiciones no cristianas como el budismo, el confucianismo, en África y desde luego también están as teologías indias Latinoamericanas.
[4] Es decir sobre el Antiguo Testamento. Puede consultarse la bibliografía exhaustiva de Douglas incluyendo los diversos ensayos teológicos en Fardon, 1999.
[5] Innegable, y hasta resultaría una perogrullada citar la bibliografía al respecto.
[6] Agradezco al Profesor Scott Robinson por haber servido de “puente comercial” para obtener este libro.
[7] Con disculpa de los teólogos ortodoxos.

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