FICHA TÉCNICA DEL LIBRO DE JOSUÉ
INTRODUCCIÓN
La
teoría documentaria coloca al libro de Josué dentro de la obra histórica
deuteronomística, que es la ampliación de la historia según comienza a contarse
desde el libro de Deuteronomio y se extiende hasta el relato de la destrucción
de Jerusalén según el libro de los Reyes.
En
el libro se distingue la presencia de fuentes más primitivas (J, E y P ).
Contiene varias sagas y poemas separados que fueron incluidos en su edición
final, ya que difícilmente se hubiera realizado una composición que abarcara
todo el periodo que va desde la muerte de Moisés hasta la caída de Jerusalén.
Como dice W. Schmidt,
Antes de la obra deuteronomística no existió un
proyecto que abarcase todos esos siglos, pero sí relatos sueltos de ciclos
narrativos, como las compilaciones del tiempo de Josué y de los Jueces[1].
El
libro de Josué narra la entrada y la conquista de Canaán después de la muerte
de Moisés. Describe folklóricamente las victorias del pueblo israelita que poco
a poco se fue abriendo paso en el territorio de Canaán. Señala así mismo
mediante meticulosas listas los lugares conquistados y los reyes derrotados,
así como la división de la tierra entre las tribus israelitas. Termina con una
exhortación final que sirve de recuerdo y promesa para el pueblo.
AUTOR.
Como
casi todos los libros del Antiguo Testamento, el libro de Josué tal como lo
conocemos hoy en día resulta ser una producción anónima y elaborada a través de
un largo proceso editorial. La tradición judía tal como la refleja Josefo en su
“Carta contra Apión” considera a Josué hijo de Nun como el responsable del
libro.
Hay que recordar la importancia de la autoridad para el pueblo judío. La tradición básicamente se encargará de colocar cada libro sagrado bajo la cobertura de algún profeta o personaje reconocido. Sin duda la tradición no parte de alguna invento, sino que toma elementos históricos debidamente seleccionados y les da un matiz especialmente inclinado a los objetivos que persigue.
Josué
hijo de Nun (Antes Oseas, cf. Nm 13.8) originario de la tribu de Efraín y
después ¿adoptado? por la tribu de Judá, descuella como un caudillo militar
carismático[2],
capaz de continuar el liderazgo de Moisés sobre el pueblo hebreo. Durante su
juventud estuvo presente cuando se otorgó la Ley en el Sinaí (Ex 24.13ss.) y
custodiaba el Tabernáculo de reunión al momento de entrar Moisés en él (33.11)
Encabezó la guerra contra los amalecitas en Refidim (17.9). Fue uno de los doce
espías enviados a conocer la tierra de Canaán, y junto con Caleb fueron los
únicos que animaron al pueblo a tomar posesión de la tierra, por lo que fueron
los únicos de su generación que entraron en la Tierra Prometida (Nm.
13.8;14.30) Comisionado por Dios para ser sucesor de Moisés (Dt. 31.14s., 23)
FECHA
La
fecha de composición del libro de Josué no debe verse aisladamente, sino en
conjunto con el conglomerado editorial del cual forma parte. Según M. Noth, el
deuteronomista, fue el responsable de todo el complejo literario. Para W.
Schmidt
El contenido indica el límite superior de la época
de nacimiento de la obra: parece ser que fue escrita después de los últimos
acontecimientos descritos en 2R 25.27-30[3]
Así
pues la obra histórica deuteronomística estaría sustancialmente completa hacia
el 560 a.C. Desde luego mucho material
del libro de Josué ya circulaba desde mucho antes de esta época, quizá la fecha
“se remontaría a los hechos referídos”[4]
ESTRUCTURA Y CONTENIDO
I.
Discurso introductorio (Jos 1)
- Comisión de Josué (1.1-9)
- Exhortación a las tribus (1.10-18)
II.
Conquista de Transjordania (Jos 2.-12)
a) Compilación de antiguas leyendas etiológicas
independientes, procedentes de la tribu de Benjamín y preservadas en el
santuario de Guilgal. Toma de Palestina narrada idealmente (2-9)
- Conquista de Jericó (2, 6)
- Guilgal en el paso del Jordán (3-4)
- Circuncisión, pascua, aparición del “Caudillo
del Ejército de Yahvé (5)
- Ay, robo de Acán (7-8)
- Construcción del altar y lectura de la Ley en
Siquén (8.30-35)
- Gabaón. Pacto con cuatro ciudades (9)
b) Dos relatos bélicos de sobre las campañas del Sur y
del Norte (10-11)
- Batalla en Gabaón (10)
- Batalla contra Jasór junto al arroyo de Merón
(11.1-15)
- Resumen. Lista de reyes vencidos (1.16-12)
III.
Reparto de la tierra al Este y al Oeste del Jordán
(13- 22)
a)
Lista de la tierra sin
conquistar (13.1-6)
b)
Fijación de los
territorios tribales del Este (13.7-32)
c)
Fijación de los territorio
tribales al Oeste (14-19)
d)
Especificación de las ciudades
de refugio (20)
e)
Especificación de las ciudades
levíticas (21)
f)
Regreso de las tribus orientales,
erección de un altar junto al Jordán (22)
IV.
Discurso de Despedida de Josué (23)
V. Apéndice (2)
COMPOSICIÓN LITERARIA
Para
Noth, la obra histórica deuteronomística la obra sería producto de un
historiador del siglo VII que usó fuentes anteriores y revisadas por un editor
postexílico. Así entonces el libro de
Josué contiene material antiguo encontrado en los capítulos 1-12, más tarde el
historiador deuteronomístico añadió listas de ciudades y de límites regionales.
Posteriormente vendría otra adición de los capítulos 13-21 y finalmente se
añaden los últimos tres capítulos[5].
El
libro contiene:
- Relatos etiológicos (2-9
y 22)
- Relatos bélicos (10-12)
- Listas de ciudades y
límites regionales (13-19),
- De ciudades de refugio y
levíticas (20, 21), así como
- Discursos exhortativos
(1, 23,24).
Estos últimos sirven de marco de interpretación del
libro.
El
capítulo 1 parece haber circulado aisladamente y aun las leyendas locales de la parte narrativa
encontrada de los capítulos 2 al 9 no tienen una unidad literaria definida. Al
parecer fueron reunidas en época tardía, cuando empezó a considerarse a Josué
como un caudillo y lazo de unión de las tradiciones[6]. Esto
mismo incluye los relatos bélicos de los capítulos 10 al 12.
Quizá
la sección más compleja del libro sea la que se encuentra de lo capítulos 13 al
19, donde es posible encontrar restos de una antigua fuente sacerdotal (P) y a
su vez, dentro de ella, distintas subfuentes. Una fuente base PG y dos menores PA. PB .Así
mismo se distinguen tres estratos, que junto con las listas de Números forman
el marco redaccional de esta sección[7].
Como
reconoce Noth, a la investigación literaria debe unírsele la investigación
arqueológica[8].
Solamente podemos decir que gracias a excavaciones realizadas en Beitun
(Bet-el), Tell el-duweir (Laquis), Tell el-Hesi (¿Eglón?), Tell Beit Mirsim
(Debir) y Tell el-Qudah. Se han encontrado indicios de que la invasión si bien
no fue extremadamente bélica, si fue lo suficientemente grave como para haber
dejado capaz de ceniza y ciudades destruidas.
También
han de tomarse en consideración las excavaciones en Tell el-Sultana (Jericó).
Si bien entre 1929 y 1936 J. Garstang excavó la región y llegó a la conclusión
de que se hallaban indicios de conquista tal como la presenta el libro de Josué
y que databan de los siglos XV y XIV, las excavaciones de K.M. Kenyon no hallaron evidencia de esta conquista. Las
excavaciones en et-Tell (Hai) llevadas a cabo por J. Marquet-Krause,
encontraron que la ciudad fue destruida ca.
2200 y que no fue ya después reconstruida.
Este
y otros problemas de carácter literario aun persisten entorno al libro de
Josué. Y habrá que esperar aun un tiempo para dar paso a posteriores
investigaciones al respecto.
TEOLOGÍA
Para
G. von Rad[9], quien
coloca al libro de Josué dentro del Hexateuco - y por lo tanto representa en
este sentido una tradición distinta a la propuesta por Noth –, sus narraciones se encuentran terminando las
fuentes del Hexateuco. Es ya en estas alturas cuando las palabras finales del
antiguo credo israelita (Dt 26.9) pueden decirse con provecho: “Nos trajo a
este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel”.
El
libro de Josué testifica del acto salvífico de Yahvé consistente en la entrega
de Canaán. Este acontecimiento remontaba al pueblo a la primitiva promesa
patriarcal preisraelita que se iría sofisticando al ponerse en contacto con el
aparato cúltico de Canaán. Fue el uso que le dio el yhavista a esta tradición
que ésta llegó a convertirse en un punto de origen y tema hegemónico de todo el
Hexateuco.
Por
otro lado, también se encuentra otra tradición, y por lo tanto interpretación
teológica, de la entrega de Canaán. Todo parece indicar que en Guilgal, se
relacionaba la conquista con los relatos etiológicos de la edificación del
santuario anfictónico de esta región. La fiesta de la conquista coincidía con la fiesta del paso del Mar Rojo y del
Jordán. A esto abría que añadirle los distintos matices que le daban los
cantores ambulantes.
Así,
pues, la afirmación “Yahvhé nos entregó el país de Canaán” tal como dice el
mismo von Rad:
Está compuesta de diferentes descripciones de dicho
acontecimiento; además las ideas teológicas son también muy distintas. Así pues
será fácil reconocer que en el edificio histórico del Hexateuco, se han
incorporado muchas tradiciones históricas y teológicas, provenientes de épocas y ambientes muy distintas[10].
Esta
pluralidad de Sitz im Leben (situaciones
vividas) demostradas por la historia de las formas, sin embargo, presentan un
contenido homogéneo. Von Rad, sigue diciendo:
El contenido de estas antiquísimas afirmaciones
confesionales es simple y uniforme: se trata siempre de celebrar un acción
divina, que para estos textos estaba a la plena luz de la historia[11].
Esto
le daba cierto carácter cosmopolita a la confesión. Conforme los intentos de la
reflexión teológica fue desarrollándose, el contenido de estas confesiones
comenzó a complicarse.
Según
Noth algunas de las tribus asentadas en Canaán tienen una prehistoria preisraelita.
Tal es el caso de la tribu de Judá y Benjamín por ejemplo[12]. De
este modo, los conflictos con los oriundos de la región no se hacían esperar.
Así pues el libro de Josué nos habla de igual modo de una teología de la
reivindicación teórica del país. Los “postulados territoriales” que encontramos
en las listas de los capítulos 13-19 son muestra de que esta reivindicación
teórica era ya de por sí antigua. Así la
idea de que Yhavé es el dueño de Canaán es muy antigua, y era desde tiempos
primitivos el lugar sagrado donde debía rendírsele culto a Yhavhé.
Esta
fe se encuentra arraigada no en una mera elaboración doctrinal, sino en ritos
cotidianos concretos, tales como el sorteo de la tierra. Esta idea se
fundamentaba entonces en las concepciones del derecho sagrado.
En
suma el recordatorio de la entrega de Canaán registrado en el libro de Josué,
se hacia como una “profesión de fe”, un recuerdo al pasado glorioso. El
deuteronomista se vio en la menuda faena de lograr realizar una convergencia
entre los diversos elementos de tradiciones muy dispares, y de llevar a sus
últimas consecuencias la idea de una conquista bélica del país[13].
Recuerdo
y promesa son las dos vías por donde se mueve la historia del libro de Josué.
Remontándose hasta tiempos patriarcales, proyectando sus anhelos territoriales
y poniendo en perspectiva una paulatina conquista probablemente de carácter
pacífico, el libro de Josué presenta al Dios fiel en quien el pueblo puede
confiar.
Sanford
LaSor presenta además otros dos conceptos teológicos relevantes en el libro de
Josué[14]:
La idea de Pacto o alianza. Este concepto relaciona la fidelidad de Dios con la
obediencia del pueblo. El pacto no depende de la obediencia del pueblo, no fue
elaborado en forma bilateral, sino en todo momento se presente unilateral,
sencillamente le ofrece al pueblo la posibilidad de participar de las
bendiciones divinas mediante su obediencia.
El logro del reposo. El resultado obligado de la reivindicación de la
tierra. Conquistada ya la tierra el pueblo puede reposar seguramente en la
posesión que el Yhavé le ha otorgado.
CONCLUSIÓN:
Por último resta mencionar algo sobre los discursos finales. A pesar de que el discurso del capítulo 23 y el del 24 vinieron de tradiciones paralelas, ambos logran embonarse perfectamente en una unidad de sentido. Estos dos discursos junto con la comisión a Josué y su discurso a las tribus – principalmente las orientales – del capítulo 1, muestran al hombre en íntima relación con Dios y con su mundo. El recuerdo y la promesa que frecuentemente va apareciendo va uniendo al hombre no sólo con el Ser trascendente, sino con su pasado colectivo, con la gente contemporánea y con las generaciones futuras.
[2] Se usa el término “carismático” tal como
lo entendió Max Weber, es decir como un líder que no surge de algún tipo de
dinastía aristócrata, sino al poner de manifiesto sus dones y ser aclamado
popularmente.
[3] Schmidt, op. cit., pág. 177
[4] Sanford LaSor W., et all. Nueva Creación; Buenos Aires, Argentina, 1995, pág. 201
[5] Sanford LaSor W. op. cit., pág. 200
[7]
Andrés Ibáñez Arana en “Escritos
de la Biblia y Oriente”.
Miscelánea conmemorativa del 25º. Aniversario del Instituto Bíblico y
Arqueológico (Casa de Santiago) de Jerusalén. Edición preparada por Rafael
Aguirre y Félix García López. Universidad Pontificia, Salamanca, 1981 pp- 71-95
[9] La primer parte de esta sección esta
basada en von Rad G. “Teología del
Antiguo Testamento I” Suígueme, Salamanca, 1975, pp. 369-379.
[12] Noth M. op. cit.
[13] von Rad, op. cit. Pág. 387.
[14] Sanford LaSor W. op. cit. Pp. 208-209
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