Entrevista con Eva Primera Parte
EVA (E): La Serpiente tenía razón, morí.
Génesis en su Diversidad (GD): Estoy seguro que muchos se sorprenderán al conocer tu versión de los hechos.
E: No tan sorprendidos como Adán cuando se enteró de lo que hice.
GD: ¿Por qué?, ¿qué ocurrió luego?
E: Como te decía Adán estaba por ahí, pero meditabundo como siempre. Una vez probé y comí el fruto me sentí liberada, fortalecida. Te había comentado anteriormente que Adán y yo brillábamos.
GD: Sí, me imagino algo así como la escena de "Noah" donde aparecen con mantos de luz.
E: ¿Podemos hablar posteriormente sobre algunas cosas que he notado en la literatura y el cine respecto a mi persona?
GD: Claro, es parte importante de la entrevista.
E: Bueno, brillábamos, aunque distinto a la escena que mencionas. Era más bien como un halo sacerdotal que nos acompañaba y nos permitía conocer a detalle cada rincón del huerto. Por donde caminábamos el mundo adquiría un gran brillo, hasta el insecto más minúsculo lograba ser detectado entonces.
Pero veíamos solo a eso, al exterior. En realidad no teníamos idea de cómo éramos a ras de piel. Yo veía a Adán y él a mí, pero solo reconocíamos esa aura sagrada uno en el otro. No es que nos causara vergüenza, no lo hacía en absoluto.
Escena de la película "Noé" (2014)
de Darren Aronofsky
GD: Y una vez que comiste del fruto, ¿qué paso con ese brillo?
E: Fue extraño, es como si el traje de Medio Día que portaba estuviera comenzando a llegar al Ocaso, el brillo se iba poniendo color naranja y cada vez más tenue. No dejaba de ser bello. Al notarlo pude comenzar a verme tal cual era. Los ojos me ardieron, como cuando estás mucho tiempo en un cuarto oscuro y sales directo a la luz y poco a poco comienzas a acostumbrarte.
GD: ¿Y Adán?
E: Al darme cuenta de lo que me estaba ocurriendo, fui de inmediato con Adán. Él me vio pero no podía creer lo que estaba frente a sus ojos.
GD: ¿Tentaste a Adán para que comiera del fruto?
E: ¡Desde luego! Claro, no usé argumentos tontos como los de la Serpiente, no fue necesario. No me dijo nada, el ritmo de nuestra respiración lo dijo todo. Fue el regalo que le hice para el resto de nuestras vidas.
GD: ¿Qué pasó cuando Adán comió?
E: ¡Pude verlo!, como manzano entre los árboles silvestres, poco a poco la luz inclemente fue disminuyendo y en lugar del resplandor dorado sobre su cabeza, en lugar del deslumbrante oro finísimo, aparecieron cabellos crespos, negros como el cuervo. Se desplegaron sus ojos, como palomas junto a los arroyos de agua; aparecieron sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores.
¡No lo puede resistir! Corrí a su encuentro, besé sus labios, como lirios que destilan mirra que trasciende, tomé sus manos, como anillos de oro engastados de jacinto. Entonces él flaqueó y quedó tendido sobre el pasto. Ahí me recargué en su vientre, como claro marfil cubierto de zafiros. Recorrí sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de fino oro.
¡Era la alegría más grande!, todo él era como el Líbano (blanco), escogido como los cedros. Volví a besarlo aun con el resabio del fruto prohibido, tenía su paladar dulcísimo. ¿Qué me importaba entonces el fruto? Mi amado era el codiciable.
GD: Adelante, continúa.
… luego, ya viéndolo con mayor detenimiento ,a lo largo de los años, me di cuenta, que en realidad era más bien de color medio rojo, su piel es como barro recién mezclado con agua. No pienses mal, no fue decepción alguna, ¡al contrario! Mientras más lo conozco, más lo amo.
GD: ¿Y Dios?
E: Ah, el incidente del Huerto, ¡esa fue la mejor parte!, llamó primero a Adán (ríe).
GD: ¿Tú qué hiciste?
E: ¡Corrí!, Adán también corrió, pero no pudo oponerse al llamado. Siempre he pensado que es un poco débil en eso, ¿sabes?, el pobre siempre se pone nervioso cuando Dios lo llama.
GD: Pero luego también te llamó a ti.
E. (La Madre se estremece) Oh, sí. Al parecer Adancito me echó la culpa, yo respondí, entonces, que tampoco había sido mía que la Serpiente esa es la que me dijo – ya te he dicho que así lo había calculado. Llamó a la Serpiente y le obligó a estar sobre su pecho. No, no me desviaré del relato diciendo si tenía o no piernas.
A mí me dijo que me iba a dar la bendición de multiplicarme teniendo muchos hijos, que obvio me iba a doler. Adán se estremeció al oírlo, pobrecito, se puso pálido. Me dijo que me iba dar el don de desear a mi marido y que él se enseñorearía de mí. “¡Vaya!, y termina con una broma”, me dije. Fue el momento más maravilloso de mi vida, el día en que el Creador me bendijo.
Es muy mi bendición, ¿entendido?, si se le impone a la fuerza a otra mujer, se vuelve maldición.
Fue entonces cuando Adán me llamó Eva, que porque sería la madre de todos los vivientes. La verdad me gustó ese nombre. Luego Dios nos sacó del Edén…
GD: Vistiéndolos con pieles de animales.
E: ¡Vaya!, hay amarillismo en todos lados. ¿Quién dijo eso? Más bien nosotros salimos del Huerto con nuestras pieles de animales, de humanos, pieles de piel, si me logró explicar.
GD: ¿Desnudos?
E: En efecto, desnudos. Y éramos tan hermosos. Recién nos habíamos descubierto, ¿para qué íbamos a querer taparnos? Claro, afuera las cosas no eran tan apacibles como en el Huerto. Cuando nació mi primer hijo me pude ver a mí misma expulsada de aquel lugar de delicias. Como sea, ya sea por el clima, los mosquitos, la dura tierra, al final tuvimos que ponernos ropa encima.
GD: Eva, sabemos que a partir de aquí hay muchas versiones.
E: Sí, he leído tantas cosas al respecto.
GD. ¿Cuál es la versión oficial?, ¿fueron al otro lado del Éufrates como dice el“Libro de la Vida de Adán y Eva”, se dirigieron hacia las afueras de Jerusalén como dicen algunos midrash judíos?
E. ¿Sabes? Con el paso del tiempo aprendes a que no existe versión oficial en la vida de nadie. Cada día recuerdo esos años y veo cosas distintas, detalles insignificantes en su momento, ahora cobran vida, y asuntos que en su momento eran tan relevantes, como esos datos de lugares por los que me preguntas, veo que no tienen mucho valor. Para serte sincera no recuerdo esas pequeñeces.
GD ¿Pero entonces solo tuvieron hijos al salir del Huerto?
E: Salí embarazada del Huerto.
GD: ¿Pero que no se supone que hasta que salieron Adán tuvo relaciones sexuales contigo? (El entrevistador sonrojado, la mujer lo mira con ternura)
E: Los hombres confían mucho en su poder sexual. Adán creyó que consiguió preñárme al primer intento una vez fuera del Edén, pero que en nuestra primera vez en el Huerto él había tenido el control y no había pasado nada. ¿Ves por qué lo amo?
GD: ¿Su primera vez fue dentro del Huerto?
E: Quizá no has consultado “El Paraíso perdido” de Milton.
GD. ¿Fue así?
E: Más o menos. No sé quién se lo haya dicho, o como se enteró. Pero en eso tiene razón, tuvimos nuestra primera vez dentro del Huerto. Hace un momento no fui lo suficientemente explícita.
GD: ¡No hace falta serlo!
E: ¡Qué bueno!, te ves muy estresado al respecto. Sí, tuvimos nuestra primera relación dentro del huerto un tanto como la describí yo, otro tanto como lo hace Milton. Su ceguera era providencial, ¿sabes? Pero luego incurre en un error, señala que tras salir del Huerto volvimos a tener relaciones pero que Adán se puso violento.
¡No somos la pareja perfecta!, pero tampoco se deben exagerar tanto las cosas. Me incomodé mucho al enterarme que por unas fotos sacadas de contexto, habían llegado a esa conclusión. ¡Y lo pusieron a ocho columnas en ese tabloide!, en fin.
GD: Entonces…
E: Estaba embarazada al salir del Huerto, pero no se lo dije a Adán, se veía un tanto abrumado el pobre. Luego, cuando lo creí conveniente, no mucho tiempo después le di la noticia. Claro el no supuso que yo lo estaba desde antes.
GD: Nació Caín.
E: Así es (su mirada se queda congelada un momento, mientras aprieta los labios). “He adquirido varón”, dije. Era tan feliz, Ver, de pronto, a algo que creías inexistente, que solo sentías en tu interior, salir a la luz y comprobar que es real. ¡Es hermoso! Yo lo amé, lo amé hasta el final. Como sabes, luego tuve un segundo hijo: Abel. La alegría parecía llegar al borde de mi corazón. Caín siempre miraba con curiosidad las semillas que su padre incrustaba en la tierra y a eso se dedicó.
De Abel recuerdo la ternura con la que acariciaba a los borreguitos. Un día llegó a nuestra habitación e irguiéndose con el mentón en alto nos dijo “Mamá, papá, voy a ser pastor de ovejas”. Nos cayó de sorpresa, su padre quería fuera explorador para ir y conocer otras partes de la enorme tierra, yo tenía la esperanza de que le gustara la caza como a mí, y me acompañara a ir por la comida.
Por cierto que tengo entendido que algunos de ustedes creen que desarrollaron su habilidad de lanzar cosas con precisión gracias a que solo los varones salían a cazar. Si además de ingenuos, muchos de los hombres no fueran malvados, quizá los miraría con la misma condescendencia que a mi Adán.
GD: Decidieron su destino.
E: Sí, los dos. Un día Caín llegó muy enojado. Agradezco a un escritor de quien lamenté mucho su muerte, que haya recuperado tantas cosas de la historia de mi Caín recientemente. Siempre le agradeceré a Saramago ese regalo que, sin saber, me hizo. Tranquilizó mi corazón cuando supe, finalmente, qué había sido él.
GD: ¿Por qué estaba enojado Caín?
E: Cierto. Llegó muy enojado a casa porque Dios rechazó su ofrenda sin darle explicación alguna. En su lugar había aceptado la de su hermano. Traté de decirle que no pasaba nada, que no era tan importante. Pero no me escuchó, se enfureció. Creo su masculinidad resultó herida. Ambos salieron al campo aquella tarde. Por lo que sé fue una batalla brutal, mi Abel luchó aguerridamente contra su hermano. Al final un mal golpe terminó matando a mi hijo menor.
Caín se horrorizó, lloró, lloró amargamente por Abel, lo sepultó en la tierra esperando que, como las semillas que solía plantar, algún día volviera a germinar su vida. (La voz de Eva se quebranta, el cielo se nubla y cae una lluvia sobre nosotros. Tuvimos que movernos hacia un refugio de la lluvia.)
GD: Continuemos, por favor.
E: Caín huyó, nunca lo volví a ver. Luego tuve a mi tercer hijo, Set. Ahí tuve un problema muy fuerte con Adán, pues estuvimos separados una temporada. Como Set nació en ese tiempo, Adán, dijo, me lo daba en mera custodia, pero no me quiso reconocer que yo era su madre. Hasta la fecha, en su Acta de nacimiento mi nombre no aparece registrado. Fueron tiempos difíciles en nuestra relación. Al final nos reconciliamos. Gané el juicio de identidad, pero el Acta nunca se modificó. Hay cosas que Adán ya no pudo controlar.
***
Con esto terminamos la segunda parte de nuestra Entrevista con Eva. No se pierdan el final de esta épica charla, donde hablaremos de Lilith, en quien nuestros suscriptores están muy interesados. Y cómo ve Eva sus parodias en el arte y los medios de comunicación.
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