martes, 4 de marzo de 2014

Dios, ¿me puedes dejar de stalkear?

Hoy, en uno de esos momentos ociosos de la vida me pregunté qué haría Dios si usara Facebook.

¿A caso, quienes lo aceptáramos (en el corazón, ¿qué?, ¡en nuestra lista de amigos!) veríamos actualizaciones como:

«Dios ha actualizado su nombre a "diOzpapirriKo muyPoooWer Sexxxy"»
«Dios te ha invitado a jugar "Amame o te vas al infierno"».
«Dios te ha mencionado...» acto seguido, acudes a su llamado, claro está, y mueres.

Si Dios usara redes sociales quizá postearía cosas como:

«Aquí casual, mandándole temblores a Chile»
«Like si me amas. Si lo viste y no diste like, ¡lo sabré!»
«Una selfie pa'la banda», ves la méndiga foto, y mueres, claro está.

Lo cierto es que todos sabemos lo que Dios hace con o sin redes sociales: ¡ÉL TE STALKEA!, ¡sí!, y no lo puedes evitar ¡muajajaja!. Te stalkea cuando besas a la otra, al otro y a los demás; te stalkea cuando estás en el baño, te stalkea cuando hurgas tu nariz y cuando comes chatarra, y desde luego te está stalkeando justo ahora.

Y uno dice, caray, ¿qué acaso Dios no tiene otra cosa que hacer como crear planetas o inventar infiernos?. El Mero Mero, "el Papá Mono" o "El Pulento", dicen en Chile, ¿no se puede ocupar en otra cosa que en perseguirme en cada publicación que hago en la vida cotidiana en forma de respiros de amor? (ando romántico, ¿qué?).

Quisiera decirte que es porque Dios te mira con ternura, y cuida cada uno de tus pasos, de modo que no tropiece tu pie en piedra, pero ¡nada qué!, sencillamente es para reírse de ti hasta que un día tropieces por ahí, y claro está, mueras.

Así que siempre en las noches, cuando ya todos duermen y la luz serena se cuela por la ventana, inundando mi alma de nostalgias cósmicas, recuerdo que hay unos ojos omnipresentes atentos al palpitar de mi corazón y digo con trémulos labios: "carajo, Dios, ¡deja de stalkearme!".


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