- Su majestad, hemos sido informados de un gran poder que apareció en el Sector 14.
Tohu Vavohu se incorporó de su trono a mirar la pantalla de Sargit, el líder de Seguridad.
- ¿A qué te refieres con un poder, Sargit?
- Los sensores muestran un drástico incremento de la temperatura en la superficie de las aguas, además de un viento que ha desestabilizado los radares.
- ¡Ushtana!, ¡Gilgert! - vociferó Tohu - manden su ejércitos al sector 14 y miren lo que...
No bien acabó de dar las instrucciones cuando todo el gélido Palacio del Caos cimbró, sus muros se cuartearon, algunos dicen que hubo columnas sempiternas que se desmoronaron en ese momento.
- ¡Ushtana!, ¡Gilgert! - clamó la Poderosa, ¡manden a los nefilit, ahora!
Una horda de guerreros lúgubres volaban hacia el Sector 14, su toque era mortal, los nefilit tenían la capacidad de congelar hasta la muerte celular todo tejido orgánico y detener el spin protónico de cualquier objeto de la materia.
Con furia avanzaban, extendiendo sus mortales manos.
- Majestad, ¡tiene que ver esto!
Tohu Vavohu se aproximó al monitor de seguimiento y miró la superficie de las aguas agitadas por un viento huracanado.
- ¿De dónde viene ese viento? - preguntó la Emperatriz consternada.
Antes de poder decir algo más, fueron testigos de la aparición de una sombra enorme, oculta en la oscuridad de los territorios de la eterna muerte.
- ¿Son alas? - lloró de rabia la Emperatriz.
Un aleteo que se observó en el monitor, pero sacudió al mismo tiempo el Palacio del Caos, les hizo darse cuenta de que ya no estaban solos. Como una música comenzó a sonar por los putrefactos corazones y a llenar toda la concavidad del cosmos, una parte de las aguas se agitaron tenuemente, como si una pluma de ave cayera ligeramente sobre ella.
Una ráfaga de viento, seguida por un gracioso haz de luz, inundó todo, un chapoteo del mar provocado por la cadencia de un soplo salpicó gotas que hasta la fecha siguen cayendo. Al poco tiempo un remolino de belleza, simetría y coordinación se apreciaba aun a la más remota distancia, aquellas alas se agitaban y revoloteaban con poder sobre la superficie de las aguas.
¡Ruaj, la magnificente, había llegado!
- ¡Nefilit!, ¡ataquen! - fue la orden de los capataces en el campo marítimo de batalla - ¡desplieguen el Toque de Aniquilación!
Los guerreros tenían en su mano el gélido ataque y se dirigían con furia a las alas de Ruaj.
Entonces, de algún lado, y de todos al mismo tiempo, se oyó una potente voz que entró por los oídos de Tohu Vavohu, pero se incrustó en sus ojos que se llenaron de pánico. La dueña plenipotenciaria del Palacio del Caos escuchaba el frontal desafío de Elohim.
- ¡Sea la luz!
Se escuchó desde un extremo del Palacio hasta el otro, y por todos los mares congelados que brillaron con esplendor, despertando de un sueño que los mantenía presos
Una irradiación de calor destruyó a los nefilit, mientras Ruaj los miraba desaparecer justo antes de que pudieran tocar sus alas que se batían en una danza que aun hoy, quien lo desea, puede contemplar. Lo último que vieron los desdichados guerreros fue la orgullosa y resplandeciente mirada de Ruaj fulminándolos.
Y fue la luz.
Con furia avanzaban, extendiendo sus mortales manos.
- Majestad, ¡tiene que ver esto!
Tohu Vavohu se aproximó al monitor de seguimiento y miró la superficie de las aguas agitadas por un viento huracanado.
- ¿De dónde viene ese viento? - preguntó la Emperatriz consternada.
Antes de poder decir algo más, fueron testigos de la aparición de una sombra enorme, oculta en la oscuridad de los territorios de la eterna muerte.
- ¿Son alas? - lloró de rabia la Emperatriz.
Un aleteo que se observó en el monitor, pero sacudió al mismo tiempo el Palacio del Caos, les hizo darse cuenta de que ya no estaban solos. Como una música comenzó a sonar por los putrefactos corazones y a llenar toda la concavidad del cosmos, una parte de las aguas se agitaron tenuemente, como si una pluma de ave cayera ligeramente sobre ella.
Una ráfaga de viento, seguida por un gracioso haz de luz, inundó todo, un chapoteo del mar provocado por la cadencia de un soplo salpicó gotas que hasta la fecha siguen cayendo. Al poco tiempo un remolino de belleza, simetría y coordinación se apreciaba aun a la más remota distancia, aquellas alas se agitaban y revoloteaban con poder sobre la superficie de las aguas.
¡Ruaj, la magnificente, había llegado!
- ¡Nefilit!, ¡ataquen! - fue la orden de los capataces en el campo marítimo de batalla - ¡desplieguen el Toque de Aniquilación!
Los guerreros tenían en su mano el gélido ataque y se dirigían con furia a las alas de Ruaj.
Entonces, de algún lado, y de todos al mismo tiempo, se oyó una potente voz que entró por los oídos de Tohu Vavohu, pero se incrustó en sus ojos que se llenaron de pánico. La dueña plenipotenciaria del Palacio del Caos escuchaba el frontal desafío de Elohim.
- ¡Sea la luz!
Se escuchó desde un extremo del Palacio hasta el otro, y por todos los mares congelados que brillaron con esplendor, despertando de un sueño que los mantenía presos
Una irradiación de calor destruyó a los nefilit, mientras Ruaj los miraba desaparecer justo antes de que pudieran tocar sus alas que se batían en una danza que aun hoy, quien lo desea, puede contemplar. Lo último que vieron los desdichados guerreros fue la orgullosa y resplandeciente mirada de Ruaj fulminándolos.
Y fue la luz.
Magnífico, poético, excelente!!!
ResponderBorrarMuy bien trabajado el lenguaje para dar lo que ocurria en ambas dimensiones, especialmente la elección de las palabras para describir la armonía que creaba la Ruaj. Me encantó!
Cris, agradezco muchos tus comentarios, precisamente es un intento narrativo con transfondo exegético y del contexto cultural en el que circulaba el relato en su forma oral, antes de la reducción monoteísta post-exílica. Un saludo.
ResponderBorrarMagnífico..!
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