¡La cara del profe del Seminario cuando le dije "talleres sobre métodos anticonceptivos"!
Recuerdo que era la materia de Educación Cristiana y discutíamos sobre estrategias para prevenir el aborto entre los jóvenes de las iglesias evangélicas. Fue entonces cuando dije: "talleres sobre (así en cámara lenta, con voz super grave) m-é-t-o-d-o-s -a-n-t-i-c-o-n-c-e-p-t-i-v-o-o-o-s."
La propuesta ocasionó una mirada como la que le hacen al tipo ese de los memes que se pone de creativo y termina siendo arrojado por la ventana del edificio. ¿Por qué?, ¿por qué?, sigo insistiendo en que esa es una buena propuesta. Miremos algunos datos en México:
» Por cada 1,000 mujeres hay 71 embarazos no deseados.
» De 2 millones, se interrumpió el 30% de embarazos no planeados.
» 30% de los mexicanos entre 18 y 30 años ha padecido alguna Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS).
Ante ese panorama, promover el uso de preservativos debiera ser una obligación para cualquier organización con impacto social. Pero tal parece que, en el caso de las iglesias evangélicas (desde luego en todas las otras del cristianismo también), ofrecer información sobre métodos anticonceptivos es alentar al sexo premarital y eso, ¡oh!, es pecado.
Hay algunas consideraciones a realizar.
1. El problema no es la desinformación sino el desaliento. En la escuela y los medios de comunicación se les habla a los jóvenes del condón y otros demonios, pero las iglesias crean barreras para usarlos al catalogarlos como promotores del pecado.
2. Los jóvenes cristianos sostienen relaciones sexuales premaritales. ¡Ya!, ¡supérenlo! O sea, seguro no todos, pero los embarazos no deseados son comunes en las iglesias. Así que poner los preservativos del lado del pecado es quitarles la protección (literal).
3. Y si tener relaciones sexuales fuera pecado, ¿qué? Igual lo es enojarse con el hermano, decir mentiras, pelearse con la esposa. Y dicen los dogmáticos que "no hay pecado chico ni grande". O sea que el pastor que se enoja con el Ministro de Música peca tanto como dos jovenes solteros haciéndo el amor (pero ellos pueden pasarla mejor).
4. Mejor pecar usando condón que comprometer la vida. Embarazo no planificado o contraer una Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS) son los principales riesgos que se evitan con la protección. Decía Martín Lutero que si vas a pecar, peca bien.
5. Pero tener relaciones sexuales premaritales no es en sí pecado. Hablando en términos doctrinales, la idea del matrimonio como requisito para hacer el amor surge tras San Efrén y su doctrina de que la virginidad es mejor estado que el matrimonio. A eso añádanle las prerrogativas patriarcales sobre la propiedad de las mujeres y ¡listo!, una doctrina no-bíblica que te dice que para hacer uso de tu sexualidad con otra persona deben estar casados.
Hablando estrictamente en términos bíblicos, la fornicación y el adulterio suponen que uno de los participantes esté casado, otras veces hace referencia a la prostitución. Es un tema para desarrollar posteriormente, pero el contrato matrimonial era muy distinto al de hoy, y no pueden derivarse códigos de conducta sexual a partir de él.
En un ensayo antropológico que escribí sobre la teología de la santidad evangélica, señalo que las iglesias miran a los jóvenes como supuestamente eran Adán y Eva en el Edén: Sin conciencia sexual. Esa "inocencia" doctrinal que promueven se vuelve inocentada cuando desalientan usar preservativos en el afán de prevenir las relaciones sexuales entre los jóvenes.
Es muy sencillo, si las iglesias se niegan a informar y alentar el uso de métodos anticonceptivos, que se abstengan de intentar mostrarse como las mejores consejeras sobre la vida sexual de los jovenes afiliados a ellas.
¿Entonces? ¿se trata de tener relaciones sexuales a diestra y siniestra?. Desde luego que no, como toda acción humana la sexualidad compartida debe hacerse con principios éticos. Consideraría los siguientes:
1. Siempre usar condón.
2. Debe ser una relación de mutuo acuerdo, sin presiones ni chantajes.
3. Debe estar basada en la honestidad respecto a la situación emocional de los involucrados.
4. Cero agresiones.
Creo que esos puntos son hasta de sentido común. Las iglesias ganarían mucho si orientaran a sus jóvenes en ética sexual en lugar de desalentar irresponsablemente el uso de preservativos.
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