Este año el sistema político mexicano ha arrancado con Reformas en materia energética, hacendaria, educativa, laboral y de telecomunicaciones. Se les ha dado el mote de "Estructurales", pues modifican aspectos constitucionales.
Francamente no estoy del todo de acuerdo con tantas modificaciones de golpe y porrazo, y claro que ahí están los cabildeos e intereses detrás de ellas. Pero tampoco veo que sea el fin del mundo (entiéndame, soy un teólogo desencantado, los Apocalipsis me tienen sin cuidado).
Y en ese desencantamiento las críticas a las Reformas (críticas necesarias sin duda), me evocan mucho a los debates exegéticos sobre la Biblia, y me ponen a pensar de lo poco efectivas que son. Lo cual es preocupante, pues la oposición política debe ser aguda y contundente.
Desde ya digo que los recursos naturales e infraestructurales en una jurisdicción territorial de carácter nacional deben quedar resguardados por el Estado correspondiente. Pero lo que deseo señalar es que los argumentos usados para rechazar las Reformas Estructurales usan una hermenéutica reduccionista.
Se señala que la Reforma Energética en México, y el resto de las Estructurales son "traición a la patria" pues están modificando la Constitución. Y es que la Constitución mexicana de 1917 fue la primera de carácter social del siglo XX y tiene aspectos muy valiosos relativos a Garantías Individuales. Un equilibrio entre el bien común y el individual.
Pero al ser Constitución Política y no escrito arcano, modificarla no es traición per se. La Constitución es un instrumento democrático que debe adecuarse a las necesidades de la época. Es importante mantener los valores de origen, pero también debe ayudar a resolver cosas.
El debate no es tanto social vs mercado, nacional vs privatizado, sino ideales vs pragmatismo. Los que buscan mantener los caros ideales consideran que los ajustes pragmáticos a la Constitución traicionan esos ideales.
Y ahí es donde está un sesgo hermenéutico dogmático. También los grupos conservadores del cristianismo, en particular de los evangélicos, señalan que "ni una coma ni una tilde" de la Biblia deben modificarse. Olvidan que la Biblia que leen es traducción del hebreo, arameo y griego, además de que ha sufrido muchas modificaciones hasta llegar a la versión que usan. La Biblia es dinámica, no estática.
Lo mismo puede decirse de la Constitución Política de México. La que tenemos hoy, incluso antes de las Reformas, no es exactamente la misma que firmó el Congreso Constituyente en Querétaro, ha tenido varias reformas en este, casi, un siglo.
Conservadores evangélicos y críticos de las Reformas actuales en México se aferran a un texto (Biblia unos, Constitución otros) como si fuera un fin en sí mismo, como si la realidad no importara, como si no hubiera que resolver cosas hoy que superan la ocasión e intenciones de los escritos originales.
Considero desafortunados los spots del Partido del Trabajo que señalan que "Lázaro Cárdenas no aprobaría la Reforma Energética", y lo hago por convicciones democráticas. Cárdenas fue un presidente y ya cumplió su mandato (además de la salvedad de que está muerto). La opinión de un ex-presidente no debe normar las decisiones de una administración actual.
Mientras los evangélicos devotamente se preguntan «What would Jesus do?», algunos otros se preguntan «What would El Tata Cárdenas do?».
Una sana dosis de pragmatismo es buena para entender que nuestros textos sagrados junto con sus mensajes y enseñanzas deben ponerse en juego con la realidad que nos envuelve. No es deseable sacrificar soluciones por mantener ideales.
No estoy de acuerdo con la privatización sistemática de los recursos naturales, pero lo que alcanzo a entender de las Reformas Estructurales en México es que no son privatizadoras en sí.
Confieso que debo estudiar más a fondo el tema, pues quienes podrían informarme mejor sobre el contenido e implicaciones de estas Reformas, la sana oposición política, se ha dedicado a decir que se está vendiedo al país a Estados Unidos y que la Constitución es inspirada por Dios y es inmutable. Pero esa exégesis ya no la compro.
Esto no es una defensa a las Reformas, sino una crítica al bajo nivel de argumentación que se ha mostrado para oponerse a ellas desde la mirada de un teólogo cansado de literalismos exegéticos.
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