El protestantismo está dejando su lado conversionista para reforzar la fidelización. Cada vez resulta más difícil traer nuevas personas "a los pies de Cristo" (las connotaciones de guerra, secuestro y esclavitud son claras), y cada vez es más difícil organizar eventos públicos de evangelización.
Al paso del tiempo esta tendencia implicará que los nacimientos y el ferreo adoctrinamiento como socialización primaria sean las estrategias de supervivencia de las iglesias. Esto ya se nota por el énfasis en la "educación" que las iglesias están mostrando.
De esta forma, el protestantismo se volverá un nicho cerrado, solo endógenamente reproducible, y eventualmente se debilitará como oferta religiosa.
Al final, obtendrá lo que desea "separarse del mundo", pero lo hará a costa de su, en el mejor de los casos, lenta muerte y aislamiento.
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