miércoles, 10 de abril de 2019

El agujero negro de la teología



La revelación de la primera fotografía de un agujero negro en el centro de la galaxia M87, virtud el trabajo colectivo de 8 súper telescopios y un repositorio informático de media tonelada, reafirman el carácter predictivo de los modelos matemáticos para conocer la realidad. Por su parte, la teología, debiera ya quedar claro, nunca podrá ofrecer una evidencia constatable ni de la existencia de Dios ni de sus diversos postulados dogmáticos: cielo, infierno, salvación, Resurrección, etc.

“Hay tantas muertes como teologías”, decía Mario Benedetti y en relación a ciencia-fe el abanico es muy basto. Hay que considerar, al menos, las siguientes tendencias. Quiero reafirmar la palabra “tendencia” porque lo que a continuación se presenta no son corrientes, ni escuelas de pensamiento, sino una taxonomía descriptiva y “grosso modo” de lo que está pasando entre ciencia y fe.


Primera fotografía de un agujero negro perteneciente a la galaxia M87. Abril, 2019


1. APOLOGÉTICA MONOLÓGICA
Se trata de quienes quieren utilizar la interpretación teológica de la Biblia como una retícula para comprender la naturaleza. Las leyes y modelos teóricos de la ciencia no deben contradecir la “visión bíblica del mundo”. La evolución es una mentira, los milagros pueden ser constatados, y Dios ha de ser demostrado mediante consecuencias lógicas (como la de “si hay un diseño, debe haber un Diseñador”), de modo tal que es científico creer en Dios. Se trata de los libros que han bebido de “El Diluvio del Génesis” de Henri Morris y John Withcomb, así como las ediciones de “Evidencia que exige un veredicto” de Josh McDowell.


2. APOLOGÉTICA DIALOGANTE
La Biblia presenta la Revelación espiritual y moral de Dios. La naturaleza es otro “libro” de Dios que tiene sus propias reglas. Sin embargo, nada de lo que la ciencia pueda descubrir por su cuenta debe contradecir la cosmovisión teísta del mundo. Los milagros no se pueden demostrar científicamente, pero no por eso no son reales, la evolución sí es falsa (o hay que realizarle importantes matices) porque degrada moralmente al ser humano al convertirlo en una mera especie animal sin propósito y no como la “corona de la creación” de Dios. Esta tendencia hace esfuerzos muy necesarios de apertura y diálogo, y es representada por científicos profesionales interesados en incorporar el conocimiento teológico en el debate científico. Aquí pueden entrar tanto los libros de ciencia-fe que publica editorial CLIE, como, y guardando las debidas proporciones, los documentales del Faraday Institute for Science and Religion. En Latinoamérica la revista “Razón y Pensamiento Cristiano”, en donde participo, está dentro de esta necesaria tendencia.


3. PARALELISMO CIENCIA-FE. 
La fe y la ciencia son dos áreas independientes, se puede sostener la evolución como modelo del universo y a las leyes científicas como válidas, pero esto no quita la realidad espiritual de la fe. Son aspectos independientes de la experiencia y pensamiento humanos. Es una postura que sostienen muchos científicos, que, pese a su práctica científica, no dejan de creer, intentando mantener separadas ambas esferas de su vida. De hecho, en esta tendencia encontramos a científicos que doctrinalmente pueden ser más conservadores que los de la apologética dialogante. En esta tendencia, más que autores o libros, se encuentran los científicos que en su práctica cotidiana pueden articular para distintos momentos y funciones el pensamiento científico y la fe. Son de los que hablaba el evolucionista Jay Gould, cuando refería a sus colegas de laboratorio que creían en Dios y que daba fe que no eran unos estúpidos, sino que eran científicos con todas sus letras, y sus creencias religiosas no hacían menoscabo de ello.


4. INMANENCIA SOCIOANTROPOLÓGICA. 
Las articulaciones entre teología, ciencias sociales y filosofía que dejan de lado el tratamiento directo del tema científico respecto de la naturaleza y se enfocan en los análisis sociopolíticos. Confieso que mis trabajos académicos pertenecen a este rubro. Pero si he de ser autocrítico, subsumir la reflexión teológica al análisis social, termina por hacer de la teología una rama de las humanidades. Me hice consciente de ello cuando un dictaminador de una revista de ciencias sociales, no sabía si mi texto era adecuado para su revista o quedaba mejor en la revista del, aún entonces existente, ISEDET. Al final sí se publicó en la revista de investigación social. Aquí estamos los que abordamos el tema teológico en tanto “fenómeno religioso”. Antropólogos, sociólogos, politólogos, literatos y otros tantos posmodernos.

Habría que poner una quinta tendencia representada por Pierre Teilhard de Chardin, quien fungió como paleontólogo y teólogo. Pero su postura ha sido incorporada dentro de la tendencia de inmanencia socioantropológica o con vertientes netamente esotéricas. Me llevé una gran sorpresa, cuando, entre quienes están en la tendencia de apologética dialogante, incluso en congresos, el conocimiento de la obra de Teilhard de Chardin era básicamente nulo.

Reconozco que las 4 tendencias presentadas son muy generales y que hay mucha diversidad en la postura ciencia-fe. Pero he querido realizar esta síntesis con la finalidad de señalar que esta fotografía del agujero negro de la galaxia M87 no debe dejarnos tranquilos como teólogos. Algo está pasando en nuestra comprensión del Universo y desde el gremio teológico parece que estamos en una fase de iteración temática debatiendo los temas de siempre, pero sin tener nuevos hallazgos. No por eso deja de ser importante la labor teológica, ¡menos aún cuando el Estado laico en la región se encuentra en peligro! Pero ¿qué aporta hoy la teología para poder comprender mejor lo que somos, de dónde venimos hacia dónde vamos?

Las preguntas centrales que antes daban sentido a la existencia de la teología se convirtieron en un hoyo negro insondable que ya no puede comprender y al que ya no puede dar respuestas. La teología se ha quedado detrás del horizonte de sucesos de la ciencia.

Quizá el papel de la teología en el futuro sea regresar a su papel de “ancilla” o sierva de la ciencia, un insumo cognitivo para las diferentes disciplinas. No veo un futuro de “teología pura”, sino uno en donde la teología nutra con sus perspectivas, argumentos y bagaje metafórico a las diversas disciplinas. La teología es esa semilla de trigo que debe morir para esparcir sus nutrientes al campo científico y ayudarle a producir mejor. Pero no será, nunca más, una espiga aislada que pueda, desde su propio brote, dominar todo el cultivo.

La teología como abono. ¡Qué mejor metáfora terrmodinámica para la disciplina que tanto amamos!



1 comentario:

  1. Me parece muy interesante lo publicado en éste blog muchas gracias por mantenernos informados.

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