“Si inviertes tus valores cristianos
vas a recibir con creces
increíbles intereses de amor”
Ricardo Cerratto
Tras varios años de optimismo especulativo que pronosticaban que Bitcoin, la principal criptomoneda en el mundo, iría aumentando exponencialmente su valor, este 2018 inicia con malas noticias para los inversores de dinero virtual, ya que tan solo
durante el primer mes perdió un 60% de su valor. Esta debacle responde, según los analistas, a varios factores:
¿Cómo funcionan el criptodinero?
Este concepto surge por la búsqueda de un dinero no centralizado, es decir, fuera del poder de los gobiernos que garantice seguridad, integridad y equilibrio. ¿De qué forma se logra?, a través una vigilancia colectiva o en
crowd, mediante la cual los archivos que soportan la moneda se van filtrando mediante la desconfianza de los agentes supervisores a fin de obtener alta confianza en su valor y transacciones. No son los gobiernos, sino los mismos inversores quienes regulan su propio dinero.
Esta idea es tan poderosa que, incluso, hay quien considera que ya se ha vuelto una especie de religión, es decir, una plataforma de creencias económicamente irracionales donde solo se busca preservar los ideales de privacidad y libertad, sin que exista una materialización real de los beneficios.
Mientras estas líneas se escriben, la burbuja de Bitcoin se está reventando, hay quienes ven en esto el fin definitivo de la criptomoneda, mientras que otros se aferran a que solo es una prueba contingente que no acaba con la esperanza futura.
Bien, dejando de lado a los especuladores financieros y sus softwares, ¿has pensado en invertir en criptoespiritualidad? Esto no es un negocio más donde puedes ser tu propio jefe, ni un coaching mágico. Se trata de re-pensar la espiritualidad en estos aciagos tiempos posmodernos.
Corre por los labios de las personas que anhelan ser progresistas conservando una conciencia de trascendentalidad, la expresión
“Spiritual but not religious”, “espiritual pero no religioso”. Con esto se quiere decir que la religión representa los barrotes de una jaula de hierro weberiana de institucionalización, coerción, verticalidad y dogmas impositivos, mientras que, en este escenario idílico, la espiritualidad es el lado sonriente del sol, individual, personalizada, horizontal, de crecimiento, con creencias adaptadas y adaptables a los nuevos tiempos.
No obstante, quienes ejercitan una espiritualidad en lugar de una religión, llamémosle perfil
Spiritual, terminan también circunscritos por patrones de regulación de la creencia emanados por una autoridad legitimada. Al fin y al cabo, seres humanos somos. Centros de espiritualidad, terapias alternativas, clases de yoga, gurús, coachs, libros de autoayuda, etc., son los insumos dogmáticos de los
Spiritual.
Investigaciones diversas señalan que esta nueva era de espiritualidad, en el fondo religiosidad, pues como decía don Miguel de Unamuno “con poner mote (o nuevo mote) a las cosas, no se resuelve nada”, termina en una religiosidad a la carta, o en creencias heterodoxas, desinstitucionalizadas pero altamente individualistas. Paradójicamente, según la socióloga
Danièle Hervieu-Léger , de esta hiper individualidad se crean nuevos nichos de creencia que reproducen, en escala variable, los entramados normativos de las religiones institucionalizadas.
Es decir, pretendiendo abandonar la religión tradicional por considerarla abrumadora, invasiva y exageradamente normativa, además de irracional y lejana al horizonte de los nuevos tiempos y avances científicos, el perfil
Spiritual, puede terminar en una nano-iglesia donde también viva o haga vivir a otros un clima de vigilancia, normatividad vertical y con creencias pseudo-científicas. Hay que señalar, por ejemplo, la creencia en las “energías”, cuarzos, terapias “alternativas”, que, muchas veces pueden representar incluso un peligro para la salud del creyente
Spiritual.
¿Por qué está pasando esto?, porque se olvida que muchas religiones, como el cristianismo, encuentran en sus versiones crípticas, la más profunda espiritualidad. Retomando el caso del cristianismo, las catacumbas de los primeros siglos, donde los cristianos debían refugiarse de la persecución intermitente, y luego las versiones heréticas que sufrieron, a su vez, persecución por parte del cristianismo imperial, entre las que destacan los montanistas y los cátaros, fueron movimientos sociales que derrocharon una forma de espiritualidad alejada de los parcos compartimientos institucionales desde los espacios ocultos del ejercicio de la fe. Desde el siglo II d.C, podemos hablar de criptoespiritualidad.
Como un primer esbozo de esta criptoespiritualidad, que anuncia será el más alto valor de creencia en el futuro, ¡invierte ya!, retomemos la filosofía del dinero virtual a fin de utilizarla, ahora sí, para fines religiosos. Aquí tres de sus principios aplicados a la espiritualidad a fin de encriptarla.
Creencias descentralizadas
Esto significa terminar de socavar la autoridad anfictónica o alrededor de un santuario, iglesia o dogma. En términos de ciencias bíblicas, asistimos a la debacle de la eclesiología deuteronomista que busca capitalizar fes, diezmos y lealtades entorno a un punto geográfico, el templo local, sustentando en una identidad corporativa, las denominaciones. Este es un mercado del que debes apartarte, no tarda en presentar, cualquier día de estos, un Domingo Negro, que marque la caída total de sus acciones.
La estrategia eficaz es pensar una religiosidad levítica, en el sentido del santuario portátil de Levítico. Mary Douglas incluso señala que no había uno, sino varios santuarios, pues resulta imposible que un solo centro de adoración vehiculizara eficazmente todos los sacrificios que debían hacerse si alguien deseaba comer carne. El sentido levítico de la vida es de creencias no centralizadas en mercados espirituales aglomerantes, sino fragmentados. Las casas, los restaurantes, las cafeterías, los parques y otros lugares profanos son los nuevos escenarios de encuentro con lo sagrado.
Seguridad
Reside en poder utilizar e intercambiar tus creencias sin que exista una vigilancia de parte de alguna autoridad eclesial. Las redes sociales, en particular Facebook se han convertido en insumo para la inquisición, pues se utilizan publicaciones, comentarios, fotos para acusar a alguna persona ante su instancia disciplinaria, sea obispo, párroco, pastor, líder juvenil. Estos agentes se encuentran al borde de la quiebra, y no te conviene depositar tus valores espirituales en sus manos, porque pronto estarán sin solvencia moral.
La criptoespiritualidad te permite tener comunicación segura, mediante estrategias ofensivas como bloquear a tu pastor de Facebook (no solo no agregarlo como amigo), o sencillamente abandonar cualquier iglesia que pretenda stalkearte en tu vida virtual o privada. La criptoespiritualidad rompe con las nociones de “cobertura espiritual”, “autoridad espiritual” y acota el poder de acción de los representantes de Dios, si los hay. En otro sentido, prescinde de ellos, utilizando solo los servicios validados de un “instructor”, “facilitador”, “guía”, pero sin encumbrarlo como un “gurú”. La criptoespiritualidad mantiene relaciones inteligentes, de forma contractual entre el sujeto y su orientador espiritual, delimitando hasta dónde llega su injerencia en la vida del creyente.
Vigilancia en crowd
No es honesto negar que la religión puede ser peligrosa para la humanidad. Hay creencias potencial y actualmente peligrosas. El rechazo a las vacunas, la discriminación sexual, la criminalización del aborto, el repudio a la evolución, la sustitución de medicina profesional por oraciones, buenas vibras, menjurjes con yerbas, etc. La criptoespiritualidad deja en ti el diseño de tu fe, ¡pero no confía en ti!, y te pide que ¡no confíes en las creencias de los otros! Cada creencia, y acción derivada de ella debe hacerse pública y ser validada socialmente. Para la criptoespiritualidad “ninguna profecía es de interpretación privada”, tú decides sobre tu fe, pero no puedes hacer, con el pretexto de tu fe, lo que te venga en gana. De este modo, ¡tu inversión en criptoespiritualidad queda asegurada!, pues tendrás la garantía de que tus convicciones tienen la cualidad suficiente para intercambiarse en diálogo en la esfera pública y no es solo una ocurrencia, iluminación o visión de delirio.
Someter a escrutinio público, masivo (crowd) las creencias, permite una regulación horizontal que trasciende la disciplina eclesiástica, y habermasianamente, adquiere una validez democrática a partir del horizonte comunicativo. Solo puede ejercer una criptoespiritualidad quien esté preparado para recibir retroalimentación constante, quien no se ancle en una creencia como definitiva, sino que intercambie en el mercado accionario de creencias sus convicciones para ponerlas en su justo valor. La comunidad (crowd) ha de encargarse de no tolerar las falsificaciones, creencias disfrazadas de odio, sectarismos, comportamientos de riesgo.
¡No lo pienses más!, la tendencia es favorable, es el momento, ¡invierte en criptoespiritualidad!
Recomendación Tilichera
Si deseas conocer un lugar dónde conocer y practicar esta forma de criptoespiritualidad y vives en la Ciudad de México, ¡debes acudir a la Comunidad Eucarística Ecuménica!, ahí encontrarás un espacio de mesa abierta, sin membresía, ni dogmas a los que debas aferrarte. Es un espacio de fe descentralizada que se arma y desarma, cual altar en el desierto, cada domingo para compartir, en comunidad, las creencias y ponerlas en valor.
Fecha: Todos los domingos
Hora: 11:00 am
Lugar: Biblioteca de la Comunidad Teológica de México.